Entre el miedo y la acción
5 noviembre, 2021 por
Entre el miedo y la acción
Redacción VIME
¿Cuántas veces no hemos fantaseado con realizar lo que, en ocasiones, podemos calificar como “solamente un sueño”? Sueños que pueden versar en diversas líneas: desde alcanzar cierto estatus laboral, concretar proyectos y metas personales e incluso, fantasear siendo y viviendo nuestra vida de manera diferente. Esos sueños lucen bien en nuestra mente, pero ¿te ha pasado que en el momento en que piensas llevarlo a cabo, todo cambia? Puede ser que nos cueste trabajo pensar en un plan de acción, o que a pesar de tenerlo, vayamos postergando su realización. Pero ¿qué es la postergación? Es un hábito en el cual vamos dejando de lado la realización de algunas actividades en concreto, sustituyéndolas por otras que a veces no son tan necesarias o urgentes, o bien, caemos en la inactividad.

De tal manera que no se lleva a término aquello que necesitábamos hacer. Puede aplicarse en diversos ámbitos de nuestra vida, por lo que puede convertirse en un obstáculo para pasar a la acción y concretar todos esos sueños. Aún más, puede hablarnos de algo que ocurre en nuestro interior y que necesita ser escuchado, pues dejar de lado algo tan importante no sólo puede aludirse a la falta de energía, flojera o desmotivación, sobre todo cuando empieza a configurar una suerte de saboteador para nuestra vida. 

Siempre atravesamos cambios, son necesarios a lo largo de nuestra vida.
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¿Qué ocurre entonces? Puede ser (dado que no es mi intención caer en un tono generalista) que aquello que tanto anhelamos también remueva emociones importantes en nosotros, pues recordemos que como seres humanos, en todo lo que hacemos siempre se ponen en juego emociones y sentimientos. ¿Qué pasa si eso que tanto quiero no sólo me entusiasma sino que también me asusta? ¿Qué pasa si también me da temor la posibilidad de fallar, de equivocarme en esa decisión? Tanto la ansiedad, los miedos, angustias y otros temores pueden tomar un papel tras bambalinas que nos impidan pasar del pensamiento a la acción. ¿Es eso algo malo? No, no lo es. Creo que como seres humanos no podemos evitar sentir ese miedo, angustia o temor a lo incierto.

No podemos desligarnos de nuestra condición de humanos. Sin embargo, al escuchar todo ese correlato emocional no sólo llegamos a ese lugar de escucha hacia uno mismo, sino que también tenemos la posibilidad de identificar qué es lo que dispara todas esas emociones y hacer una pausa para pensar ¿realmente es eso una limitante? ¿Qué puedo hacer al respecto? 

Sería muy utópico decir que después de ello, no tendremos ansiedad o miedo, pues como escribía hace unas líneas, no podemos desligarnos de nuestra condición de humanos, pero también es cierto que, en muchas ocasiones, eso que es tan temible en mi fantasía no lo es tanto en la realidad.

Hace poco tuve la oportunidad de ver un vídeo con una amiga muy querida, donde Will Smith contaba una experiencia personal en la que el reto era saltar de paracaídas. Si bien pudiera ser una anécdota bastante graciosa, caemos en cuenta de cómo a lo largo del día, desde que inicia hasta el gran momento del salto, estaba lleno de angustia y ansiedad hasta tal grado que no pudo disfrutar de aquella charla con los amigos, el desayuno o la vista tan increíble del avión porque sólo estaba centrado en el miedo hacia la experiencia, pensando en huir. Pero, en el momento preciso del salto, todo cambió, en sus palabras “te das cuenta que en el punto de mayor peligro es el momento de menos miedo, ¡es felicidad absoluta, estás volando!”. Al escuchar esas palabras caí en cuenta de cuántos momentos no disfrutamos por estar paralizados por el miedo, cuántas experiencias dejamos pasar por miedo a volar, cuánta insatisfacción puede predominar en mi afán de postergar por el miedo a descubrir lo que podría convertiste en la mejor experiencia de mi vida. ¿De qué nos sirvió el miedo o la defensa del “lugar seguro y conocido” de la zona de confort?

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Lo que quiero transmitirte es que si bien es cierto que al lanzarte a la experiencia, existe una gran posibilidad de fallar, también existe la posibilidad de encontrar grandes satisfacciones. Y esa satisfacción no sólo se encuentra cuando concretas tus metas o sueños, sino a lo largo del proceso, a lo largo de ese gran salto en donde todo lo que te rodea también puede disfrutarse y dejarte un aprendizaje de vida. Así que no tengas miedo a volar, no importa lo que ese vuelo signifique para ti: un nuevo empleo, mudarte de casa, construir una nueva versión de ti, retomar tu autocuidado o estudiar algo nuevo. De saltador a saltador, el mayor de los éxitos. 


Entre el miedo y la acción
Redacción VIME 5 noviembre, 2021
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