¿Con cuanta frecuencia escuchamos frases como “me tuve que tragar todo mi coraje y quedarme callado” o “no pude aguantar más y le dije todo lo que por años me había aguantado”? Hablamos en ambos casos de mantener adentro de nosotros, o echar para afuera, lo que sentimos. Pero ¿Por qué siempre se nos ocurre alguna de estas 2 alternativas? Guardar adentro y expulsar afuera… ¡acompáñame a pensar un poco todo esto!
¿Sabías que una de las primeras distinciones que hacen los bebes recién nacidos es la de adentro/afuera? Pero nos referimos al propio cuerpo del bebito. En un principio para un bebe resulta difícil comprender cuando un dolor o un malestar como el hambre (adentro) o el frio (afuera) los afectan y de donde provienen dichas molestias. Para él incluso resulta difícil comprender que esa pequeña mano que a veces se cruza en su mirada y le entretiene es la suya. Mucho más difícil comprender que en ocasiones con su propia mano divertida puede llegar a arañarse su carita. Sin embargo, hasta aquí la complejidad de lo que hablamos se limita a sensaciones físicas y a las condiciones del cuerpo del infante. Mucho más complejo se vuelve cuando se trata de entender sus propias emociones.
En muchas ocasiones, los bebes ante las dificultades para comprender lo que está sintiendo, tiende a limitarse por tratar de guardar dentro de sí o pretender expulsar esa emoción. Se trata de un acto fantasioso, una imaginación, sin embargo para el pequeño infante puede volverse poco a poco un estilo de vida. ¿Pero entonces que sucede con los adultos cuando se trata de nuestras emociones? ¿Cuánto podemos parecernos a los pequeños? ¿Cuántas veces no optamos por tragarnos lo que sentimos o vomitarle al otro lo que nos afecta?
Sin embargo existe una tercera alternativa, requiere de un mayor esfuerzo pero nos brinda mejores posibilidades. Se trata de pensar nuestras emociones. Es algo que lo niños pequeños solo logran alcanzar con la ayuda del adulto que lo cuida y que le explica lo que está sintiendo. Se trata de las palabras comprensivas de un adulto que capta las emociones del bebe y se las traduce: “tienes hambre y estas cansado, quisieras comer pero estas tan cansado e incómodo que te resulta difícil poder comer y calmar el hambre de tu pancita”, “estás enojado, primero te asustaste porque pensaste que mamá había desaparecido cuando salió de casa y te dejó con la abuela, ahora solo estas molesto por que mamá te haya hecho pasar por un susto así”, “te duele tu panza, me echas para afuera el gotero con el medicamento porque piensas que yo te provoco ese malestar que tienes, pero ese dolor viene de adentro de tu pancita, yo solo trato de darte un poco de medicina para que te sientas mejor”.
El tema es que como adultos ya no podemos esperar que venga una mami a preguntarnos ¿Cómo nos sentimos? A calmarnos, a explicarnos. Pareciera que como adultos ahora nos corresponde hacerlo por nosotros mismos pero ¿Cuánto realmente lo hacemos? ¿Cuánto nos preguntamos cómo nos estamos sintiendo con las cosas? ¿Cuánto nos ofrecemos el esfuerzo de comprendernos a nosotros mismos? Calmar a un bebe que no se entiende y está llorando no es tarea fácil ¿Quién dijo que sería distinto con nosotros mismos?
A continuación te proponemos algunas ideas para manejar tus emociones:
- Antes de tragar o echar para afuera detente a preguntarte ¿Qué estás sintiendo?
- Si sientes que no tienes claridad quizá no sea momento de definir lo que vas a hacer con ese sentimiento, quizá tengas que esperar hasta que recuperes tu calma y te puedas entender mejor a ti mismo.
- Trata de ponerle nombre a lo que sientes ¿Cuál es el sentimiento? ¿Cómo se llama? ¿se parece a otros que has experimentado antes o es distinto? ¿en que se parece y en que es diferente? ¿Cuáles son sus particularidades?
- ¿Vale la pena tomar una decisión como te estas sintiendo?
- ¿Vale la pena echarlo para afuera sin comprenderlo antes?
- ¿Vale la pena guardar ese sentimiento dentro de ti y mentirte a ti mismo pretendiendo que no existe?
- Si ya te lograste comprender, ya tienes claro que responsabilidad es tuya y cuál es la del otro ¿Qué quieres hacer?