Desde hace ya unos años, la obesidad ha sido definida por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como la pandemia del siglo XXI, sin embargo, falta descubrir y apreciar las repercusiones psíquicas, la angustia y el dolor que involucra este padecimiento.
Entonces, ¿cuál es la relación entre la angustia y la obesidad? Los pacientes (generalmente mujeres) constantemente refieren angustia ante el cambio, frente a enfermedades simultaneas, también temen a pasar hambre y no poder lograr los objetivos marcados en el control de peso.
En el primer caso se encuentran las pacientes que saben que tienen un problema, pero que no permiten un avance en su tratamiento; ellas se expresan de la siguiente manera: "Yo sé que estoy mal, pero no puedo dejar el pan". "Por favor, no me quiten el refresco, sin refresco me muero de nervios". "Es que si bajo de peso me voy a ver horrible".
Existe un modelo de atención a la obesidad llamado ”Etapas de Cambio”. Dicho modelo sitúa al paciente en uno de cinco estadios, según su disposición para modificar su estado. El primero es la pre-contemplación, en el que el sujeto niega tener un problema o no ha pensado mucho sobre un cambio. El segundo, la contemplación, en donde el individuo piensa en cambiar en el futuro; el tercero es la determinación: el paciente está haciendo planes para cambiar; en el siguiente, la acción, se implementan planes específicos. Finalmente, en el quinto, el mantenimiento, se busca una continuación de acciones deseables.
Las pacientes que presentan angustia al cambio se encuentran en las primeras dos etapas.
El modelo sugiere que se planteen metas a corto plazo y que se aliente a la paciente a ir cumpliendo cada una, poco a poco. Este acercamiento parece no ser suficiente. Por supuesto que no se trata simplemente de dejar el pan o el refresco, sino de lo qué ellos significan. Éstos representan el objeto añorado. No son el objeto en sí, son su representación. Al indagar con la paciente el significado del pan o del refresco, generalmente los asocian con una figura materna: la madre, la abuela, una tía. Entonces, se podría pensar que la paciente está desplazando el temor a la pérdida del amor del objeto, hacia un alimento determinado.
Esto es solo un ejemplo de las muchas representaciones que puede tener un antojo o un alimento. Es necesario entender y descifrar estas representaciones para lograr la perdida de peso y no presentar el llamado “rebote”, que no es más que el regreso a los antiguos hábitos y conductas alimentarias.
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