¿Qué es la frustración y por qué conviene aprender a manejarla?
29 noviembre, 2024 por
L. P. Daniela Hernández
¿Alguna vez has intentado conseguir algo que quieres pero al final terminas no lográndolo? Tal vez comprar unas entradas para tu artista favorito y que se terminen los lugares, o ir a un restaurante para comer pero que haya una gran fila de espera. Seguramente te habrás acordado de la sensación tan desagradable que producen este tipo de situaciones; a esto se le llama frustración. No es más que un sentimiento que se caracteriza por experimentar un malestar agudo, de corta duración, que puede estar compuesto por ira, angustia, decepción, tristeza, ansiedad u otras emociones que aparece cuando no logramos concretar un objetivo o cubrir una necesidad después de dedicar cierta cantidad de tiempo y recursos para resolverlos. 

Este sentimiento está estrechamente vinculado al nivel de estrés que tengamos día con día así como a las estrategias que implementamos para regularnos.  Así que sí, aprender a convivir con nuestro estrés para afrontar cambios, modificar hábitos y enfrentarnos a momentos donde tenemos que demorar la gratificación instantánea que nos da el hacer “lo que nos da la gana”.

Una duda muy común que se presenta al definir la frustración es: ¿por qué necesitamos aprender a gestionarla, si es tan incómoda es más fácil solo reaccionar a partir de ella? De hecho, en primera instancia pareciera el único camino a seguir ya que las otras opciones parecieran más largas, pesarosas y poco útiles para mi molestia. Pero si lo pensamos nuevamente, al actuar impulsivamente es cuando se presenta la culpa, impotencia o arrepentimiento respecto a los resultados de dicha acción y lejos de resolver la dificultad, se hace cada vez más grande. Así que te propongo empezar a resolver el problema en sí mismo y no el cómo nos hace sentir el problema.
 
El camino para empezar a resolver nuestra propia frustración suele observarse como algo imposible ya que este sentimiento se considera como parte de nuestra personalidad, aunque lo cierto es que es algo aprendido y, por lo tanto, que puede cambiar con el tiempo. 

El primer paso es aprender sobre ella; reconocer sus características descritas anteriormente, observarla como una reacción incómoda mas no peligrosa, y por el hecho de experimentarse de esta forma no significa que tengas que resolverla en este momento. En ocasiones, al cambiar los hábitos de súbito (como cuando hacemos restricción al estar en cetosis o comenzamos a porcionar alimentos) es habitual la presencia de la frustración ya que esto demanda el dejar de hacer automáticamente lo que solíamos hacer, evitar cierto tipo de conductas o añadir límites donde no existían, previamente. Pese al malestar, si somos pacientes y nos apegamos a un plan, seguramente saldremos victoriosos. Para esto te recomiendo acercarte a tu equipo de VIME para platicar sobre dicho plan y saber qué hacer.

El segundo es ser compasivo contigo mismo. Estás aprendiendo algo nuevo, estás cambiando y es normal hacer las cosas más lentas, con más dificultades, y con algunos errores. El objetivo de esto es no incrementar el malestar y, por lo tanto, la frustración, si no el generar una toma de decisiones basada en las consecuencias que nos ayude a lograr nuestros objetivos. Antes de elegir una opción haz una pausa y pregúntate: ¿Esto me acercará más a mi objetivo aunque me incomode en este momento o, esto me aleja de mi objetivo aunque me traiga placer inmediato?. ¡Inténtalo y le cuentas a tus especialistas cómo te hizo sentir!

Como un paso extra es, como siempre, reconocer hasta tus pequeños logros es la mejor forma de terminar el día. Atrévete a encontrar formas diferentes de celebrar que sean diferentes a la comida o bebida (que usualmente también son gratificaciones instantáneas, aguas con eso) para ampliar las posibilidades de disfrutar el proceso. 


L. P. Daniela Hernández 29 noviembre, 2024
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