Sexualidad y obesidad
26 de abril de 2017
4 octubre, 2018 por
Sexualidad y obesidad
Rosa Maria Buendía

El sobrepeso no es sólo un problema físico o de apariencia, sino que incide significativamente en el ámbito emocional. La insatisfacción con la imagen corporal, baja autoestima, limitación del movimiento y cansancio repercuten en la vida sexual de la persona con sobrepeso. Incluso existen datos de que pacientes con obesidad mórbida, anulan por completo su actividad sexual.

Tanto en varones como en mujeres el sobrepeso acarrea consecuencias negativas para el pleno desarrollo de la sexualidad. En el plano fisiológico pueden presentarse problemas de fertilidad, dificultades en el embarazo, cansancio e imposibilidad para lograr ciertas posturas; además de disfunción eréctil y anorgasmia relacionados con una mala irrigación sanguínea a causa de la obesidad.

En este artículo, nos enfocaremos principalmente en las repercusiones que tiene la obesidad en el plano psicológico respecto a la vida sexual de la persona.

La acumulación de grasa corporal, en especial si es excesiva, conlleva una disminución en la autoestima de la persona, pues debido en gran medida a la presión que ejercen los medios y la sociedad, la gordura se asocia con un bajo atractivo sexual y los conduce a sentirse avergonzados de su cuerpo, así como a evitar ser vistos desnudos o a sentirse sumamente incómodos frente a la cercanía física con otra persona.

Al mismo tiempo, se da una disminución de la libido, lo cual puede ser consecuencia del rechazo que se experimenta respecto a la imagen corporal y al hecho de sentirse poco atractivo. Es decir que la persona reprime o se desentiende de esta área de su vida, posiblemente considere que una actividad sexual plena y satisfactoria es sólo accesible para personas delgadas y bellas; o bien, sí experimenta un deseo sexual y de tener intimidad, pero se siente avergonzado de expresarlo con libertad, por lo tanto se inhibe.

También ocurre que el estrés y la ansiedad asociados con los trastornos de alimentación, reducen la capacidad para identificar y satisfacer adecuadamente las propias necesidades afectivas, entre ellas, la de ejercer su sexualidad.

Cabe mencionar que para un despliegue pleno del erotismo, es necesario cierto grado de narcisismo y de exhibicionismo. Es decir, que la persona se considere atractiva, deseable, y que además experimente placer al ser vista y tocada por su pareja. Cuando existe sobre peso u obesidad, es común que se experimente lo contrario, que perciba las miradas de los demás cargadas con rechazo y que desee esconderse en lugar de mostrarse. Es por ello que dejan de usar ropa con la que se sientan atractivos e incluso descuiden su arreglo físico, debido a que prefieren no llamar la atención.

Además es importante tener en cuenta que con frecuencia los propios juicios y auto crítica de la persona en esta situación, suelen ser más duros que los que le dirigen su pareja y las personas que lo rodean. O en caso de no tener pareja, su temor a no resultar atractivo para nadie suele no estar totalmente fundamentado, sino que lo que sucede es que no se permite mostrar sus cualidades para evitar parecer ridículo o torpe, a casusa de los kilos de más. Por lo que no es aconsejable que se aísle o se retraiga de las relaciones sociales y amorosas, pues esto sólo conducirá a una mayor insatisfacción.

Por otro lado, entre mayor sea el grado de obesidad, mayor será la limitación para llevar a cabo actividades físicas extenuantes, como lo es el encuentro erótico. En consecuencia, la insatisfacción en la vida sexual de la pareja puede acarrear otro tipo de dificultades dentro de la relación. Es muy importante la comunicación y apertura que exista dentro de la pareja para hacer frente a esta situación, pues el sobrepeso no implica necesariamente el cese de la actividad sexual, existen muchas maneras de propiciar encuentros satisfactorios. Pero si no se aborda el problema, se convertirá en un punto de conflicto importante.

No es necesario poseer una figura perfecta para disfrutar de la sexualidad, con frecuencia realizar algunos cambios en forma gradual tanto en la mentalidad como en el estilo de vida, se reflejará en un aumento de la libido y una mayor confianza para desarrollarse en este ámbito. Tener una dieta sana, disminuir el consumo de alimentos altos en grasa o en carbohidratos, beber agua natural en lugar de refrescos o bebidas alcohólicas, realizar más actividad física, etc. La experiencia ha comprobado que tras perder algunos kilos, ocurre un cambio positivo en la actitud de las personas, se sienten más ligeras, motivadas y al mismo tiempo, con mayor atractivo y seguridad en sí mismas.

Muy importante considerar que no todas las personas con obesidad se sienten afectadas en cuanto al ejercicio de su vida sexual. Independientemente del peso o de la apariencia, lo primordial es la actitud que cada quien tenga respecto a la intimidad y a su cuerpo. Es decir, que en todos los casos conocer los propios temores, expectativas, deseos y sentimientos asociados a la sexualidad, tendrán un efecto determinante en la forma en que se desarrolle esta área de la vida.

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Escrito por: Rosa María Buendía

Con quince años de experiencia en psicoterapia, está interesada en aplicar el psicoanálisis para ayudar a los pacientes a conocerse mejor, a comprender sus emociones y a mejorar sus vínculos.

Sexualidad y obesidad
Rosa Maria Buendía 4 octubre, 2018
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