La etapa de adolescencia es una fase de transición entre la edad infantil y la adulta; se le considera un periodo crítico del desarrollo, debido a la cantidad e intensidad de los cambios que a nivel físico y psicológico experimenta el adolescente. Incluso se habla de una mutación, ya que el individuo se ve frente a la tarea de conformar una identidad propia, así como de adaptarse a las transformaciones de su cuerpo y asimilar su nueva imagen.
La estructura corporal a la que el niño se había acostumbrado durante toda su infancia, se modifica por completo, surgiendo nuevas características a las que necesita adaptarse en un corto tiempo. La aceptación de su cuerpo desarrollado, junto con cierta sensación de agrado, orgullo y cuidado de su cuerpo, reflejan un desarrollo sano en el adolescente. De ahí la importancia de considerar las repercusiones que la obesidad tiene para el joven durante este periodo.
Cabe señalar que un adolescente que ha desarrollado obesidad, pudiera a su vez estar manifestando, a través de su cuerpo, una conflictiva psicológica subyacente a la que conviene prestar atención, pues incide de forma significativa en todo su desarrollo. Así mismo, considerar que durante esta etapa es difícil delimitar parámetros de salud o normalidad en el ámbito psicológico, ya que el adolescente enfrenta diversos desafíos consigo mismo, con su cuerpo y con su entorno; pero podemos atender a la manera en que el joven se enfrenta y se adapta a tales retos.
Consideramos a la obesidad como una situación psicosomática, es decir, un estado en el cual las experiencias emocionales no logran procesarse mediante herramientas mentales y verbales, sino que se canalizan mediante síntomas corporales. Un adolescente con obesidad, no está logrando un adecuado manejo de sus estados emocionales, no está expresando sus estados internos por medio del lenguaje y por lo tanto, no ha consolidado una capacidad de autorregulación de sus afectos, que le permita manejar las situaciones cotidianas. Debido a esto, es común que estos adolescentes sufran de ansiedad crónica y desarrollen dificultades para dormir.
Por lo tanto, se plantea la necesidad de desarrollar herramientas que le permitan al adolescente manejar sentimientos depresivos, ansiedades, frustraciones o enojo de una manera asertiva. Para ello es fundamental contar con un espacio terapéutico, pues aunque los padres intentan acercarse y ofrecer su ayuda, el joven se encuentra en una fase donde desea conservar un espacio propio e íntimo, resultándole difícil ser receptivo al apoyo que le brinda su familia.
Además de las complicaciones físicas relacionadas con la obesidad, como la diabetes o trastornos hormonales, el adolescente en esta condición suele ser víctima del escarnio o la burla dentro de su entorno, lo que afecta directamente su autoestima y de no haber cambios, puede desencadenar en una depresión que lo conduzca al aislamiento y al estancamiento en cuanto al desarrollo de sus potencialidades y de los lazos afectivos con sus pares, tan indispensables durante esta fase de la vida.
También corren el riesgo de desarrollar pensamientos negativos acerca de sí mismos y de susituación, que pueden tornarse compulsivos, restándoles en consecuencia la energía y motivación que un adolescente requiere para desarrollar su aprendizaje, para interesarse en pasatiempos u otro tipo de actividades deportivas o artísticas. Además de que tal negatividad en un grado extremo puede conducirlos a tener conductas auto lesivas o auto destructivas.
Otra consecuencia es el establecimiento de un concepto de sí mismo pobre y devaluado, es decir, que el adolescente obeso sienta rechazo por su aspecto y su imagen corporal, lo que lo tornará inseguro y le será difícil desenvolverse en el ámbito social y académico, además de que se resistirá a participar en actividades novedosas.
Además, existe el riesgo de desarrollar un trastorno de alimentación que se consolide y perdure hasta la edad adulta, como la bulimia, el comer compulsivamente o incluso anorexia, como una media extrema de intentar dar solución al problema de obesidad.
Todas estas repercusiones se vuelven más preocupantes si tomamos en cuenta que de acuerdo con datos de la UNICEF, México ocupa el primer lugar en obesidad infantil.
En estos casos, resulta de gran ayuda que las personas cercanas al adolescente eviten comentarios que promuevan culpa y vergüenza en el joven, pues esto sólo acrecentará los sentimientos de tristeza y la tendencia al aislamiento, además de que pudieran crean en él la convicción de que merece ser maltratado. Por el contrario, de manera positiva hay que fomentar hábitos de alimentación más sanos e impulsarlo a desarrollar las cualidades que se encuentran frenadas a causa de la obesidad.
Escrito por: Rosa María Buendía
Con quince años de experiencia en psicoterapia, está interesada en aplicar el psicoanálisis para ayudar a los pacientes a conocerse mejor, a comprender sus emociones y a mejorar sus vínculos.