Mi etapa lactante como precursora de mi vida alimentaria adulta
6 octubre, 2023 por
L.P. Mariana Rodríguez
La vida se ha de regir por diversos procesos del desarrollo infantil que marcan pautas en la vida humana, es decir, el ser humano al nacer se encuentra en un estado de desamparo, inmadurez e indefensión. Y solo a través de los cuidados primarios que brinda la madre o el cuidador a cargo, el niño recién nacido se encaminará a la búsqueda de la autonomía.

En un primer momento tenemos a la madre y al bebé como una unidad. Aquel inocente sin contexto social desconoce todo estímulo interno o externo, incluso toda sensación corporal le resulta desconocida. Le es indiferente que la madre lo nombre como sueño o frío, pues de igual manera aquella sensación será un agente invasivo y desagradable para su pequeño cuerpo. Resulta que la tarea de la madre se convertirá en un rol primordial que buscará adentrarlo a una realidad que desconoce, le mostrará que ese retortijón estomacal se llama hambre y aparece cada que su estómago se ha vaciado del alimento, sin embargo ese cuidador primario también le antecedió un proceso de traducción, pues en su primera infancia su cuidador le acompañó durante la misma fase para ir reconociendo su cuerpo - mente y desde ese lugar de experiencia sea correcto o incorrecto se acompañará al hijo.

Durante el nacimiento del primer hijo, la madre quedará sumergida a un mundo nuevo y desconocido: “la maternidad”. En ella podrá manifestarse costumbres familiares y sociales por un lado y por otro todo el conocimiento autodidacta y subjetivo de la madre. Ella será quien decida su modo de crianza, eligiendo desde el primer momento si se incorporará biberón o no, alimento a libre demanda, establecer horarios definidos, entre otras decisiones que serán precursoras para el estilo de vida del nuevo integrante de la familia.

¿Te has preguntado cómo influyó tu etapa lactante en tu vida alimentaría adulta

La introducción anterior apunta a que el bebé y la madre se viven como uno solo, es decir, hay una dependencia absoluta de aquel ser indefenso que no camina, no habla y que desconoce el mundo, y que para subsistir será necesaria la alianza materna. Sin embargo, esa nueva madre apelara a sus experiencias previas de su propia historia de vida infantil para acompañar a su hijo recién nacido.

El momento de la alimentación no solo apunta a una conducta operativa en el que se habilita leche al bebé, sino que le acompaña toda una ritualización llena de significados para el recién nacido. La calidez de los brazos que cobijan su incómodo cuerpo, una mirada llena de ternura y sorpresa al ver con asombro la procreación, sonidos guturales que armonizan una canción de cuna, el corazón que late sobre el pecho desnudo y todos aquellos ademanes que indiferenciadamente si es biberón o pecho pueden hacer de esos encuentros un proceso no solo de nutrición para el estómago sino el alcance alimentario apuntará a un soporte emocional.

Depende mucho de aquel lazo afectivo y su alcance para que la traducción del recién nacido la mayor de las veces sea asertiva. Será importante que en aquel descubrimiento (hijo-madre/madre-hijo) sean recibidas con claridad las señales, permitiendo así que el llanto del bebé en sus diferentes tonalidades y gesticulaciones sea interpretado adecuadamente. De esa manera, no se correrá el riesgo de que un llanto de frío, sueño, cólico, pañal sucio o frustración sea malentendido como necesidad de pecho/biberón. Dejando como antecedente en el bebé que todo afecto o sensación corporal o emocional, puede ser anulada a través de una gratificación bucal, siendo la comida la principal vía de alivio. Dicho planteamiento es solo una de las múltiples posibilidades que pueden manifestarse en la relación que continuamente contactamos nuestra forma de vivir con las primeras experiencias de la infancia.

Tenemos entonces un ser humano que nace prematuro pero al mismo tiempo es portador de un potencial de desarrollo a la espera de condiciones que favorezcan, pero solo la presencia y apoyo de su madre o sus cuidadores habilitarán en un futuro que el niño, joven y adulto que contacte con sus emociones o sensaciones, aprendiendo a discernir y reconocer lo que impacta en su vida. Lo anterior solo tomara un sentido en el primer encuentro en el que la madre y el bebé viven y sienten juntos, es decir, en el ejercicio de amparar al bebé se dará el nacimiento a un ser autónomo e independiente capaz de validarse a lo largo de la vida.

Después de esta lectura te invito preguntarte: ¿qué rol juega la comida en tu vida? ¿Qué lugar ocupa la alimentación en tu día a día? ¿Algo de lo anterior te deja pensando, te da sentido o te pone curioso en como te autocuidas? ¿Estás interpretando correctamente tus sensaciones y emociones? 

Será importante que si te encuentras en un tratamiento integral te permitas compartir lo que vas descubriendo y en tu futuro mantenimiento aquel antecedente de vida no te empuje a vivir de la misma manera, o bien, si tu tratamiento es solo en nutrición, te des la oportunidad de llevar más allá tu proceso no solo en una buena evolución sino incluso más consciente de tu forma de vivir la vida adulta.
L.P. Mariana Rodríguez 6 octubre, 2023
Compartir
Archivo