El cuerpo es aquel lugar que uno no logra habitar en plenitud. A veces se tiene noción de que algo anda bien o funciona mal, como una enfermedad, sin embargo, siempre aparece como algo extraño, como cuando se sube de peso o se baja. Y existe un desconocimiento de lo que se ve, de un cuerpo que no logra habitarse por completo.

Además de lo anterior, el cuerpo está siempre en entredicho de diferentes discursos como los de belleza, de rendimiento laboral, de cuerpos maternos, cuerpos saludables, cuerpos atravesados por cirugías, etcétera, etcétera. Siempre dejando insatisfacción. Entonces, ¿qué posibilidades hay para habitar un cuerpo incómodo, ajeno y en ocasiones problemático? La respuesta nunca es sencilla, pues cada quien se las ve distinto de acuerdo a su historia de vida, a como pudo capturar cierta mirada del otro para llenar de palabras el lienzo de la piel. 

Las inscripciones de palabras amorosas o con connotación negativa quedan fijadas en eso que llamamos cuerpo. En esos malestares que nos resultan agobiantes y abrumadores, y en eso inconsciente que no nos deja disfrutar de una alimentación sin que deje de haber reproche o exigencia. Se encuentra en esos malos ratos con la ropa y con la insatisfacción de una cirugía que se hizo pero que no dejó satisfacción.

En un proceso de pérdida de peso, el cuerpo aparece como algo en constante cambio, y que culturalmente se juega de acuerdo a lo que representa ser hombre y mujer, respectivamente. Habrá a quienes no les agrade la idea de una delgadez que parezca enfermedad, habrá otros a los que ese cuerpo delgado signifique algo novedoso, otros que perdieron un cuerpo saludable y buscan reencontrarse con ello, hay a quienes no les gusta perder esa voluptuosidad por lo que representa en un sentido de virilidad o sensualidad, por ejemplo.

El cuerpo incluso en el vínculo con los otros aparece como una máscara de lo que somos, aquello vivo que permanece inanimado  y que viene a repetir situaciones pasadas. Aquello que transmitimos con los demás y en los diversos escenarios donde nos encontramos, transformar esas máscaras es algo que posibilita un encuentro distinto en nuestros diferentes vínculos y relaciones sociales.

En VIME, y específicamente en el espacio interdisciplinario, es muy benéfico poder traer a cuenta ese lugar que tiene el cuerpo y la relación que tiene con los alimentos y su lugar para el individuo, así como la importancia del ejercicio y la actividad física, pero desde un lugar que pueda ser del disfrute, y como un espacio ajeno a las exigencias de la vida cotidiana.