Uno de los aspectos mas relevantes que existe entrono a la comida y a la alimentación son los sentimientos que giran alrededor de ésta. Tengamos presente que todas las culturas y tradiciones existentes, en su mayoría se relacionan con el alimento. Pensemos en algo que nos permea desde que somos engendrados, independientemente de si fuimos deseados y/o planeados, lo que consume la mujer durante su embarazo se le transmite al feto.

Si la madre desea a su futuro hijo, esta va a cuidar todos los aspectos que le competen en su embarazo, pero sino es así no tendrá ni el más mínimo cuidado incluso en aspecto tan sencillos como lo es el no fumar, no beber alcohol o no drogarse. Desde ese momento el feto está siendo alimentado no solo con cosas que no debería de recibir, sino que también esta siendo alimentado de sentimientos negativos.

Ahora bien, al momento de nacer existen dos posibilidades para alimentarnos: ser o no ser amamantados. En ambas situaciones existen todavía otras dos posibilidades, ser amamantados por la madre que desea y quiere hacerlo, y por la que no. El no ser amamantados puede ser por otros dos motivos, porque la madre no desea y no quiere hacerlo; es importante remarcar el que no se desee hacerlo ya que existe una diferencia entre desear y querer. Otro motivo puede ser porque por más que la madre quiera no pueda por alguna cuestión física o bien porque en ese periodo de vida del lactante la madre éste ausente por una u otra razón. Hablar sobre la lactancia materna es un tema muy amplio y muy complicado, así que ese lo abordaremos en otro momento.

Después de estos momentos está justo como es que nuestros padres nos enseñan a comer y como aprendemos a relacionarnos con la comida. Este momento es donde la parte cultural influye bastante ya que México, siendo un país con una amplia cultura e historia, la comida no queda exenta.

Pensemos en algo sencillo, en el momento en el que alguien cumple años por lo general hay un pastel para compartir con otras personas o bien hay algún platillo, ahora pensemos en nuestras tradiciones, el 1 y 2 de noviembre elaboramos alimentos para nuestros muertos. La comida tiene tanta carga emocional que incluso le hacemos comida a las personas que ya no están en este plano terrenal, teniendo la creencia de que vendrán a degustar eso que tanto les gustaba

Pero ¿por qué les gustaba ese alimento? Y una vez más volvemos al tema emocional, ya que en muchas ocasiones un alimento nos recuerda algo, un ejemplo de esto es la celebración de la independencia de nuestro país, en el cual los alimentos tradicionales como el pozole y los pambazos se hacen presentes recordándonos esa sensación de “libertad” y revivimos una vez al año ese sentimiento de amor por nuestro país.

Sin embargo, no hay que pensar solo en momentos de esa magnitud, la comida incluso nos puede llenar de amor. ¿Cómo puede ser esto posible? Seguramente alguna vez han escucha alguna frase cuando alguien está enfermo diciendo “necesito un caldito de pollo como el de mi mamá” o incluso cuando le preguntas al que ha preparada un alimento diciendo “el ingrediente secreto es que está preparado con mucho amor”.

En ese momento hay sentimientos que de una u otra forma se involucran con la alimentación y separarlos es un tanto complicado, ya que justo estos sentimientos forman parte de, y pensarlos por separado es muy complicado.

Con estos ejemplos podemos pensar entonces que la persona enferma pudiese comer en algún otro lado un caldo de pollo que le ayude a sentirse mejor, sin embargo, no es el caldo de pollo el que le hace sentir mejor sino quien prepara el caldo de pollo y el vinculo que este lleva consigo. Pensando ahora en quien prepara la comida con amor, no solo son ingredientes, conocimientos y tiempo lo que emplea en ese platillo, sino que algo de esa persa está inscrito, algo de esa persona se va en eso que prepara para los demás.

Ahora pensemos en otro tipo de momentos, la comida es tan importante que la hemos inscrito en ciertos dichos para diferentes momentos, por ejemplo, cuando habrá una fiesta hay un dicho que más o menos dice algo como “a comer, bailar y gozar que el mundo se va a acabar”. Otro refrán que asocia la comida con la felicidad es “barriga llena, corazón contento”.

Hay dichos que incluso no tienen que ver solo con los alimentos, sino también con las bebidas, "Para todo mal, mezcal, para todo bien, también y si no hay remedio, litro y medio. Si el mal es del corazón con más razón, pero si el mal está cabrón, un galón, y si el mal es renuente hay que empezar nuevamente.” Incluso se dice que para el mal de amores hay que ahogar las penas con alcohol, no dejemos de lado la celebración de este porque cuando hay una boda es muy raro que no se brinde por esta unión de amor.

Con todo esto mencionado, podemos percatarnos de que es muy complicado poder separar los sentimientos de nuestra comida, es aquí entonces donde debemos cuestionarnos que podemos hacer para poder llevar una mejor alimentación y poder cambiar nuestro estilo de vida, por eso es importante el hecho de poder llevar un proceso terapéutico en el cual podamos expresar todo esto que callamos o que ignoramos, ya que una vez que se expresan los sentimientos es más fácil poder trabajar con ellos en vez de comerlos o beberlos.

Por otro lado, el poder realizar una actividad física ayuda mucho a exteriorizar las emociones, ya que; si es complicado poder hablar lo que sientes, por lo menos podrás sacarlo de otra forma, en muchas ocasiones podemos externar el enojo tras un golpe y que mejor si ese golpe puede ser en una clase de box en la cual además de expresar tu enojo también puedes hacer ejercicio.

Podemos entonces concluir diciendo que, para poder mejorar nuestra relación con la comida, es necesario conocer un poco acerca de cómo se relacionan nuestros sentimientos con los alimentos que consumimos, además de poder complementar esto con otras áreas que nos ayuden a canalizar y expresar el como nos sentimos. Por lo tanto, es importante conocernos emocionalmente para poder ir reaprendiendo a relacionarnos con lo demás.

Especialista

Everets Estrella

Psicólogo

Psicólogo clínico con enfoque psicoanalítico. Considera necesario que las personas tengan un espacio de escucha en el que puedan comenzar un proceso terapéutico el cual les permita redescubrirse y darse la oportunidad de poder generar un cambio en su vida a través de la importancia de las palabras y los efectos que éstas tienen en las personas