Uno de los mayores problemas con los que nos enfrentamos al hablar sobre obesidad, es el hecho de conocer la raíz de este problema en cada uno de los pacientes que llegan a consulta, en muchos de ellos podemos encontrar problemas emocionales y/o conductuales. Aquí podemos hacernos un cuestionamiento: ¿estas emociones o conductas se enseñan?
Los seres humanos aprendemos muchas cosas por imitación, un ejemplo es cuando un bebé sonríe, este no lo hace porque se siente feliz, sino por el hecho de que al estar con otra persona y esta le sonríe, el infante poco a poco repite este gesto hasta que lo logra, ya que lo hace con el fin de igualar lo que el otro hace con el.
Es por eso que cuando los niños tienen entre 3 y 4 años, y los adultos al momento de hablar dicen alguna grosería, se angustian por el hecho de que el infante escuche esa palabra, ya que seguramente este, de igual forma, por imitación repita esa nueva palabra porque quiere asemejarse a la persona que la dijo.
Siguiendo esta lógica entonces, ¿la obesidad es aprendida? En algunos casos, sí; esto depende de las costumbres y tradiciones del entorno social de donde se encuentre el sujeto, ya que no es lo mismo lo que se vive en Japón a lo que se vive en México, pero no nos vayamos tan lejos, no es el mismo una persona que vive en Monterrey a otra en el centro del país y otra en Mérida.
Si en una familia se acostumbra a desayunar, comer y cenar con refresco, es muy probable que el nuevo integrante de la familia consuma la misma cantidad de refresco al igual que su familia. Por otro lado, si existe una familia en la cual sólo consuman refresco en eventos importantes, el nuevo integrante probablemente solo lo haga en esos momentos.
Entonces, podemos decir que depende también del estilo de vida que lleva cada familia en relación a su alimentación, y cómo nuestros padres nos enseñan a comer acorde a sus posibilidad y conocimientos que pueden tener, mientras una familia alimenta a su recién nacido con papillas naturales otra alimenta a su bebé con frituras.
Ahora que sabemos que la manera en que nos alimentamos y nos relacionamos con la comida es aprendida, toca cuestionarnos lo siguiente: ¿toda la responsabilidad de cómo y qué comemos es de las personas que nos criaron? No, llega un momento en nuestras vidas en las que es necesario que comencemos a tomar decisiones sobre lo qué pasa en nuestras vidas.
Es entonces dónde podemos replantearnos si lo que aprendimos en relación a nuestra alimentación es lo mejor para nuestra salud y lo más importante, el cuestionarnos si queremos o no cambiarlo porque muchas de las personas que acuden con una entrenadora o con un nutriólogo, no lo hacen por voluntad propia al 100%, sino que muchos van por presión social incluso de parte de la familia que les enseñó malos hábitos.
Por ese motivo es que muchas personas no cumplen o no concretan un nuevo estilo de vida, debido a que esta decisión no fue tomada por voluntad propia. Es necesario que para una persona puedan reestructurar o cambiar no solo su forma de alimentarse sino cualquier otro aspecto de su vida, esta haya decidido a realizar este cambio por su cuenta.
Podríamos decir entonces que la obesidad en algunas personas, no todas, es aprendida y como todo lo que se aprende, se puede reaprender o se puede modificar para encontrar un mejor equilibrio, es en este momento en el cuál les hacemos la invitación a que se cuestionen si están cómodos con lo que hacen para consigo mismos y de obtener una respuesta negativa, pueden acercarse con algún especialistas que les ayude a realizar este cambio en sus vidas.
Especialista
Everets Estrella
Psicólogo
Psicólogo clínico con enfoque psicoanalítico. Considera necesario que las personas tengan un espacio de escucha en el que puedan comenzar un proceso terapéutico el cual les permita redescubrirse y darse la oportunidad de poder generar un cambio en su vida a través de la importancia de las palabras y los efectos que éstas tienen en las personas