Introducción a la idea de pulsión en psicoanálisis
2 febrero, 2023 por
L.P. Abraham Zambrano
En el año de 1915, Freud hace la distinción entre lo que se puede entender como los estímulos externos, que pueden ser de diversas órdenes y variedades en su intensidad y naturaleza, como por ejemplo, cuando pasamos cerca de algún restaurante o puesto de comida en la calle y olisqueamos el aroma distinguible de alguna comida.  Por otro lado tenemos el mundo de las pulsiones que, de inicio, corresponde a algo así como una gama de estímulos internos, es decir, la sensación de hambre o agrado/desagrado que dicho aroma nos produce.

Iremos viendo que se trata de algo un poco más complejo, según Freud. Pero este resulta algo importante cuando intentamos llevar a cabo cambios en cuanto a nuestra cotidianidad se refiere. No basta con propiciar estímulos externos que, curiosamente, son aquellos en los que menos podemos ejercer algún tipo de control, trayendo como consecuencia el que nos preocupemos más. 

Afortunadamente, Freud nos brindó una especie de guía conceptual con los carácteres fundamentales para la indagación del mundo pulsional. Siguiendo en principio su conocida hipótesis de que dichos estímulos vienen del interior, siguen o persiguen algo que podría parecernos contradictorio o cuando menos excluyente:el placer y/o el displacer. 

El primer elemento es el del esfuerzo. Lo ponemos en primer lugar porque justamente es lo que no puede faltar como un motor, es el que incentiva a la acción. Designa un estado mental (por decirlo de algún modo) de estar bajo presión. Este estado lo podemos comparar fácilmente a aquel momento en que no deseamos dejar nada de alimento en el plato, por ejemplo, generándose una especie de compromiso por devorarlo incluso sin apetecerlo realmente.

Otro de los componentes fundamentales es el de la meta, que es la que nos indica la búsqueda de satisfacción que mencionábamos. Por ejemplo, el comenzar a percibir un antojo creciente en el interior por algo muy específico.

Esto específico es lo que desde el psicoanálisis se conoce como el objeto, es decir, aquello que vehiculizará la pulsión, siendo así lo más variable. No es lo mismo un antojo de Zelé que de proteína animal, por ejemplo. 

Por último, tenemos la fuente. Esta remite siempre a un proceso corporal a partir del cual vendrá a ser posible el estímulo desde los órganos del cuerpo que animará la posibilidad de que exista todo este proceso llamado pulsional.

Esto es importante porque ante los cambios en lo cotidiano
no solemos darle gran valor a lo que comienza a ocurrir en nuestro cuerpo de manera “interna”, sino a los estímulos de los que fascinantemente se encargan de procesar nuestros sentidos casi de manera automática, tendiendo así a hacernos olvidar que uno de los grandes descubrimientos que posibilita el psicoanálisis, es esta comprensión de lo pulsional que no queda reducido al entendimiento de la sexualidad únicamente en lo que se refiere a nuestros deseos genitales, sino de todo aquello que nos provoca algún tipo de placer, como comer, por ejemplo. 

Especialista

Abraham Zambrano

Psicólogo

Psicólogo y psicoterapeuta que busca un acercamiento desde una visión ecléctica al malestar alimenticio actual. Enfocado en la escucha y transmisión de espacios personalizados para el tratamiento de afecciones anímicas desde los estudios psicoanalíticos. 

L.P. Abraham Zambrano 2 febrero, 2023
Compartir
Archivo

Leer el siguiente
Lo que no engaña