En la actualidad existe la pretensión de que todo sea medible, cuantificable, predecible, y sobre todo, que tenga efecto de certeza. Tal es así que en los procesos empresariales existen las mediciones de riesgos, así como en otros ámbitos. Sin embargo, en el ser humano esa condición viene a caer, y es que la condición hablante bajo la cual nos encontramos hace que todo entre en un trastabilleo de errancias.
La palabra señala que somos seres erráticos, de tal modo que como el psicoanálisis lo piensa, existen los “lapsus”. Freud nos vino a enseñar ese descubrimiento inconsciente de nosotros mismos, aquello que aunque miente escabullirse, no engaña; esos lapsus que no son más que equívocos de la palabra, pero que pensados de otro modo son actos logrados, pues para quien lo quiera escuchar, ahí se encuentra el descubrimiento del inconsciente.
Es eso mismo que aparece como error lo que en ocasiones deja ver algo distinto. Por ejemplo, en la consulta del tratamiento, se puede escuchar lo que uno en verdad desea comer, o si se está disfrutando o no el plan de alimentación, e inclusivo si se desea o no tal cosa.
Si esto se piensa en términos de escuchar esos “errores” en el discurso, podría llegarse a vivir como algo persecutorio en la consulta. Sin embargo, si se piensa el lapsus como una posibilidad de construcción, se apertura una forma distinta de vivir el error, como una posibilidad de transitar un camino que en algún momento sea menos sufriente, y que ayude a salir de problemáticas como lo es la alimentación, el cuerpo, el peso, etc.
Si se piensa de este modo, la palabra, y específicamente el lapsus, funge como una resistencia a esas certezas que se pretende de la vida. A todo eso de lo que se sabe, es un puente que permite conectar con una versión inédita de uno mismo.
En el tratamiento, por ejemplo, los equívocos pueden surgir en la consulta de Nutrición cuando se come algo “por equivocación”, cuando en Terapia de Activación se hace una rutina distinta, o cuando uno puede equivocarse de día o de horario para la consulta. Hablar de estos temas permite darle lugar al inconsciente de uno mismo y ver de qué manera éste se juega en la vida cotidiana, de tal forma que permita una vida más advertida sobre lo que llega a trastabillarnos.
Ese señuelo que es la palabra habría que tomarla y no obviarla, no para caer en una trampa, sino para poder servirnos de la misma y poder reconocer que encubre y qué síntomas produce en nuestra vida. La condición humana siempre se encontrará plagada de esas errancias que vienen a señalar que vivimos en un mundo donde lo más cierto es que nada es seguro, lo que sí se puede hacer es ver cómo habitar esa fragilidad de la incertidumbre, como servirnos de nuestros errores para hacer algo nuevo con ellos.
Especialista
Ricardo Torres
Psicólogo
Especialista en el área de atención psicológica, apasionado por su labor, convencido de que los procesos psíquicos influyen en la vida cotidiana y cómo estos pueden transformarse para llevar una vida mejor.