El inicio de un proyecto de cualquier índole siempre implica una motivación por la cual se emprende, sin embargo, el común denominador es el cambio. Un cambio desde lo económico, lo familiar, lo laboral, lo educativo o desde la salud. Estos son solo ejemplos de lo que, en ocasiones, movilizan un lugar en nuestras vidas. Tal vez sea algo que ya no encaja de la misma manera lo que procura un cambio: una aspiración, aburrimiento o el deseo de mejora, son discursos que se insertan de una manera consciente en las razones de quién inicia ese cambio.
El ámbito de salud no es la excepción. Una enfermedad puede movilizar el cambio de lugar, el cambio de hábitos incluso la búsqueda de algo distinto. No obstante, el simple movimiento no implica un logro en el objetivo. Pienso en el ejemplo de un disco o una llanta, los cuales se mueven bajo la métrica de las revoluciones por minuto. Se genera un movimiento pero siempre se regresa al mismo punto. Basta con echar una leída a la historia de la humanidad para ver lo que ha ocurrido con las revoluciones. Donde termina cada una, en su comienzo.
Esto no está lejos de lo que ocurre en un tratamiento de pérdida de peso, por ejemplo, donde de forma consciente se sabe lo que se tiene que hacer, o se obtiene información nueva sobre lo que se tendría que cambiar, sin embargo, algo hace que nos tropecemos en el camino.
El descubrimiento freudiano del inconsciente brinda un poco de luz sobre esto, sobre la condición humana, la cual se encuentra regida bajo el inconsciente. Aquellas fuerzas que no tenemos tan presentes, que se encuentran olvidadas y que nos generan tropiezos. O eso que ahora el mercado denomina como “auto sabotaje”, el cual no es otra cosa que aquello que habita en nosotros que genera de forma inconsciente un fracaso en nuestros logros.
Pero entonces, ¿qué es lo que posibilita que un tratamiento pueda sostenerse? ¿Cómo hacer un sostén? Si bien no hay una fórmula y mucho menos una universal que aplique para todos, es el poder ubicar qué hay en esa repartición y ese movimiento que pueda colocarnos al final de la meta. Tal vez hacer un recorrido que sea de resistencia y no de rapidez, que lo efímero no oculte esa intencionalidad de llegar a una meta, y un objetivo que sea a largo plazo, además de que el descubrimiento de lo que inconscientemente nos perjudica abre la posibilidad de construir caminos distintos.
Especialista
Ricardo Torres
Psicólogo
Especialista en el área de atención psicológica, apasionado por su labor, convencido de que los procesos psíquicos influyen en la vida cotidiana y cómo estos pueden transformarse para llevar una vida mejor.