¿Por qué? No lo sé, hay una frase que dice “cada cabeza es un mundo”, es por esto que no hay una respuesta universal para responder o responder lo mismo a cada sujeto.
Cada uno de nosotros, a pesar de llegar a tener o sentir ciertas sensaciones, molestias, etiquetas, trastornos similares, estos se construyen desde la subjetividad, ¿qué quiero decir con esto? Desde la propia historia como vivencias, experiencias, frases, palabras, silencios de un otro u otros, las cuales van haciendo registro y van quedando marcadas como una especie de huella. Hay cosas que se recuerdan más fáciles que otras y es a través de esos recuerdos que se puede llegar a lo que está “olvidado” reprimido, lo cual se encuentra de esa manera porque puede ser algo “traumático” como dicen algunos, doloroso, vergonzoso, que causa culpa y es de eso que no se quiere saber. Sin embargo, al poder hablar de ello, poco a poco se puede ir encontrando la razón o razones del por qué entonces la dificultad de decir lo que se piensa.
Hablar o platicar con un amigo o familiar en quien se confía puede generar confort, tranquilidad, pero no se trata sólo de estar cómodo, a veces hay que incomodarse para dar cuenta de ciertas cuestiones que nos pueden estar trabando, impidiendo decir lo que cuesta trabajo nombrar, por factores como miedo, rechazo. Insisto, esto es subjetivo y para poder saber la causa, que en ocasiones no es fácil ni rápido, será necesaria la escucha de un otro que no aconseja o que está sólo para calmar o contener, sino justo darle lugar a que se pueda hablar hasta lo más profundo. Ese que está en frente no juzgará ni mucho menos, es un profesional, con estudios, experiencia e historia propia que puede ayudar a ayudarte, a entenderte, conocerte e ir encontrando a través de la molestia, del síntoma “dificultad para hablar”, el motivo del mismo y vivirlo de una manera más amena, recordar es volver a vivir para lograr que eso duela menos, aprender a vivir con eso. Pero enfrentarlo, enfrentarse a uno mismo, acá hablo de la dificultad de decir lo que se piensa, pero se pueden “descubrir” por llamarlo de alguna manera, muchas otras cuestiones de la vida cotidiana en dónde no se encuentra el motivo al sentir o hacer algo, no lo dejes pasar más, dale lugar, date lugar.
Con esto me viene a la mente una escena en donde me encontraba en una reunión familiar. Estábamos comiendo, es raro que no haya comida en nuestras convivencias, la cosa es que se estaba tocando un tema sobre la independencia; “dejar el nido”, salir de casa de los papás e irte a un nuevo espacio. Yo lo he estado pensando mucho, igual que el tener o no hijos, bajar de peso, y más cuestiones dentro de la familia, pero bueno, mi familia dice que lo correcto es salir de blanco y tener hijos. A pesar de yo no coincidir con eso, no fui o he sido capaz de decírselo a ellos, me da una sensación de miedo, me sudan las manos y me pongo roja. Para entender un poco más qué me pasaba, más allá del sentir corporal, decidí (lo cual no fue fácil) acudir con un profesional, pensé “alguien que me pueda entender y no juzgarme”.
¡Eso! Juzgarme, mi analista me ayudó a ir entendiendo, lo cual ha llevado su tiempo sus enojos, risas, llanto, entre otras cosas, pero dentro de todo he aprendido a soltarme, hablar con todo y miedo, de lo que siento y pienso, de quedar bien conmigo, aunque pueda “decepcionar” a mis familiares, tal vez ellos no logren entender mis decisiones o puntos de vista, pero mientras más yo los entienda, mayor tranquilidad me proporciono. Reconocer mi sentir y no quedármelo, porque también pude ver en mi análisis que la gastritis que tenía, era la emoción acumulada. Qué feo sentirse así y descubrir que más allá de una pastilla, me sentí mejor cuando externaba lo que pensaba, aunque ¨me expresara mal o feo de mis familiares¨, pero he logrado que disminuya.
Ahora que ya no vivo con mis papás y me toca hacerme responsable de un montón de cosas, puedo decir ¡qué alivio voy sintiendo al atreverme a hablar! Decir lo que pienso aunque a otros no les guste o no apoyen mis cambios y decisiones, no ha sido un proceso fácil, pero justo eso me ha dado la oportunidad y satisfacción de movilizarme y reitero, de responsabilizarme.
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