Es una de las inquietudes con las que solemos enfrentarnos en el tratamiento, y sobre todo se llega a experimentar una vez que la expectativa, al igual que la motivación, dejan paso a lo que puede considerarse como lo realmente perdurable dentro de la singularidad de cada proceso. Lo que se llega a observar es un crecimiento en la angustia frente a lo que viene, es decir, frente a la incertidumbre de vivir en un “más allá de la dieta”.
Esto nos muestra nuestra experiencia frente a estos casos, buscando comprender este fenómeno desde un paradigma por fuera de lo que nos muestra la medicina, es una serie de reacondicionamientos o adaptaciones frente a un nuevo estilo de vida que en mayor o menor medida nos propone un cambio significativo. Y no siempre estamos dispuestos a abrazarlo, aun cuando se haya visto venir desde el comienzo, siendo que tiende a prevalecer la idea de que afectos como el enojo, irritabilidad, preocupación, miedo u obsesión entre otras, se perpetuarán generando así un cambio permanente en aspectos de nuestra personalidad que la mayoría de veces no se antojan deseables.
Por un lado pudiéramos explicar esto como el surgimiento de una angustia muy racional y comprensible principalmente frente a factores externos como el entorno social-familiar, condiciones económicas y laborales etc. Siendo este encuentro con una primera forma de angustia, una de las principales resistencias a continuar con el proceso que se va llevando dentro del tratamiento, muchas veces recurriendo la idea de abandonarlo momentáneamente o para siempre, o incluso aparece lo que experimentamos como estancamiento que nos deja aparentemente sin opción.
Es por lo anterior que poder hacerle frente a lo que no se nos presenta como racional o lógico dentro de cada uno de los afectos mencionados se vuelve tan importante. Debido a que es justo ahí en donde aparece la oportunidad para contactar y encontrar lo que subyace a aquello que en primer lugar nos trajo la situación problemática de salud con respecto a nuestro peso y nuestros hábitos.
Podemos en este sentido pensar que, así como en el espacio de Terapia de Activación, comenzamos a percibirnos más fuerte y con mayor resistencia ante la repetición de rutinas de ejercicios o prácticas deportivas ahora recurrentes. Ahora, en cuanto a nuestra psicología se refiere, primero así como con la actividad física, habremos de contactar con aquellas “debilidades” o mejor dicho vulnerabilidades, que la relación que sostenemos con la comida nos ha ayudado a palear o incluso a ocultar. La mayoría de ocasiones sin éxito. No es raro el presenciar un gran sentimiento de alivio o desahogo que da paso a una mayor energía y concentración en asuntos de gran importancia como las relaciones con nuestro entorno (entre ellas las que involucran los alimentos) en la medida en que vamos expresando una angustia que podemos denominar mucho más propia y por ende menos defensiva en la medida que nos concedemos la oportunidad de exponerla para su análisis.
Encontraremos as{i como resultado un fortalecimiento de la personalidad, ante nuevos objetivos o empresas que de tiempo atrás teníamos la intención de dar a luz, pero que por la huida a cierto monto de angustia nos manteníamos procastinando.
especialista
Abraham Zambrano
Psicólogo
Psicólogo y psicoterapeuta que busca un acercamiento desde una visión ecléctica al malestar alimenticio actual. Enfocado en la escucha y transmisión de espacios personalizados para el tratamiento de afecciones anímicas desde los estudios psicoanalíticos.