¿Te has preguntado alguna vez por qué comes lo que comes 

o por qué hay alimentos que te gustan más que otros? 

La respuesta a esta pregunta se remonta hasta los inicios de la humanidad como especie erguida y con indicios de comenzar a moverse en grupos. Dentro de las dinámicas nómadas de los primeros Homo Sapiens; se centraban en la búsqueda y recolección de alimentos para sobrevivir. En las regiones donde se asentaban por momentos, los alimentos que más abundaban eran los altos en fructuosa (los que conocemos como frutas) mientras que otro tipo de alimento, denominado amargo, no era recurrente o se presentaba en alimentos venenosos. A partir de esto, podemos caer en cuenta cómo nuestros antepasados comenzaron a desarrollar lo que hoy en día conocemos como conducta alimentaria. 

La conducta alimentaria es el comportamiento relacionado a la búsqueda, selección, preparación e ingesta de los alimentos. Sin embargo, las experiencias en relación a los alimentos también conforman un factor importante en el desarrollo de la misma. Estudios han demostrado que los papeles de los cuidadores primarios en relación a los hábitos alimenticios del infante van a influir significativamente en cómo se va a relacionar el individuo en etapas adultas con la comida en general. Experiencias placenteras en casa pueden desarrollar una percepción de seguridad y cobijo cuando se ingieren alimentos; frases como “me recuerda al sabor casero de mamá” o “los momentos más felices de mi vida era cuando cenábamos en familia” dan noción de la experiencia con la comida del individuo y cómo se han construido sus patrones alimenticios. No es de extrañarse que al experimentar emociones desagradables el recurso principal sea la comida, o que la preferencia hacia cierto tipo de alimento también tenga que ver con la región geográfica donde es abundante y la historia que lleva detrás.

Conocer nuestros patrones alimenticios, y sobretodo la historia que escribimos a lo largo de nuestra vida en torno a lo que comemos, será un aliado crucial cuando de cambiar hábitos se trata. 

Recordemos que efectivamente: 

“Somos lo que comemos”.