El cáncer de colon actualmente se ha convertido en uno de los tipos de cáncer más comunes en la población mundial y en la población mexicana. Según datos del Globocan 2020, se estima que el cáncer colorrectal es el tercer tipo de cáncer más frecuente en el mundo, solo después del cáncer de mama y próstata, y es el segundo lugar en muertes por cáncer, en México la estadística no es más alentadora, pues al igual que a nivel mundial ocupa el tercer lugar en incidencias, siendo más frecuente en hombres qué en mujeres.
Se trata de un tipo de cáncer en el que también se agrupa al cáncer rectal ya que tienen características comunes. Entonces, el cáncer colorrectal, comúnmente se origina cuando hay un crecimiento anormal en el revestimiento del intestino grueso o colon y en la porción terminal que es el recto, los crecimientos iniciales son conocidos como pólipos, no obstante, no todos los pólipos pueden llegar a la malignidad, pero indudablemente es un factor de riesgo, es por ello que es importante la constante monitorización de estos. El crecimiento de estas lesiones es lento, por lo que un pólipo menor de 1 cm, tarda aproximadamente entre 5-10 años en malignizarse.
Las estrategias de prevención se centran en detectar de manera temprana estas lesiones, actualmente existen estudios de tamizaje que permiten detectar alteraciones tempranas, tales como la prueba de detección de sangre oculta en heces, la cual en caso de ser positiva se sugiere un estudio más sofisticado para determinar el origen del sangrado, por otro lado, el monitorear nuestro habito intestinal, forma y frecuencia en la evacuación ya que al ser un enfermedad silenciosa, el tener presentes estos datos puede ayudar a un temprano diagnóstico.
En estudios recientes, se ha sugerido que mantener un estilo de vida saludable no solo contribuye en la prevención de este sino de otros tipos de cáncer. El sobrepeso y la obesidad es una condición que parece estar asociada con el cáncer colon, siendo esta asociación más fuerte en hombres qué en mujeres, aunado a ello, la falta de actividad física conduce a una pobre motilidad intestinal, misma que se puede ver reflejada en la frecuencia y forma de las heces y, por ende, en la salud intestinal en general.
Actualmente, se reconoce a la alimentación como un fuerte factor de prevención en la aparición de múltiples enfermedades, el cáncer de colon no es la excepción, y a continuación se explicará la relación de algunos alimentos con el riesgo de padecer cáncer de colon.
Estudios recientes sugieren que el consumo superior a 30 gr de alcohol por día incrementa el riesgo de padecer cáncer colorrectal, independientemente del tipo de bebida alcohólica que se ingería, así bien, esta cantidad de alcohol la encontramos en 2.3 cervezas de 355 ml, o en 4 onzas de tequila, esto por dar ejemplos más concretos.
Respecto al consumo de frutas y vegetales por su contenido de fibra, los resultados han sido discordantes, aunque, lo que no se puede poner en tela de juicio es el aporte de antioxidantes y el beneficio que tiene en la motilidad intestinal. Se ha relacionado fuertemente la ingesta de fibra con una menor incidencia de este tipo de cáncer, por diferentes razones una de las teorías es que un tránsito acelerado puede contribuir a que agentes carcinógenos no tengan contacto con la mucosa intestinal y por tanto no se absorban, por otro lado, las discordancias que ha habido en los estudios pueden deberse a la composición misma de la fibra entre soluble (aquella que atrae agua y enlentece el vaciado gástrico, y forma geles, presente en alimentos ricos el almidones) e insoluble (no fermentable y acelera la digestión, incrementa el volumen de la heces, presente en granos enteros, frutas con cascara, verduras verdes), por otro lado, los suplementos de fibra no han sido eficaces en la prevención de cáncer colorrectal, por lo que nuestra mejor opción siempre será añadir fibras de manera natural con los alimentos.
Se ha especulado de manera constante en los últimos años sobre el consumo de carnes rojas y el riesgo de cáncer, no obstante, al igual que con la fibra es importante hacer una distinción, ya que estudios han demostrado una débil asociación entre el padecimiento de cáncer y el consumo de estos alimentos. La forma en la que se consume la carne roja es importante, ya que la preparación puede frita o a la parrilla puede generar sustancias carcinogénicas por interacciones entre el calor y sus componentes como la grasa que generan humo que se adhiere a la superficie de la carne, es por ello que se recomienda que la cocción de la carne sea a fuego bajo y no de manera directa sobre el fuego. A diferencia de la carne roja, los que sí parecen estar asociados fuertemente al riesgo de cáncer son los embutidos y carne curada (salchichas, jamón, mortadela, etc.) que se ha llegado a cuantificar en un incremento de riesgo del 50% para una ingesta diaria de 25 g de este tipo de carne, se especula que este efecto es dado por las sales (nitratos y nitritos) con los que son preparados estos productos.
Otro grupo de alimentos que ha sido fuertemente atacado por diversas razones son los lácteos, ya que se han hecho especulaciones erróneas respecto a su producción. Sin embargo, juegan un papel fundamental en la nutrición, ya que el consumo de productos lácteos se ha asociado con una disminución de un 11% del riesgo de padecer cáncer colorrectal, al igual que el consumo de vitamina D por tanto ayuda a una adecuada absorción del calcio, sin bien, la Sociedad Americana Contra el Cáncer no ha hecho una recomendación especifica con respecto al consumo de lácteos, la evidencia sugiere que su adecuado consumo, de acuerdo a las necesidades de cada individuo puede reducir considerablemente el riesgo de cáncer de colon.
Para finalizar, es importante aclarar que así como no hay un alimento que por sí solo cause cáncer, tampoco hay alimento que logre curarlo y/o evitarlo, la aparición y la prevención son dadas por el cumulo de hábitos relacionados con la alimentación, ejercicio y predisposición genética, sin embargo, toda la evidencia disponible, nos lleva al mismo punto de partida, mantener en un estado de equilibrio el cuerpo es fundamental, ya que no solo se pueden prevenir enfermedades como el cáncer sino muchas otras que vienen dadas por el estilo de vida. Aún queda mucho por explorar respecto a los alimentos y sus propiedades, sin embargo, mantener una dieta completa y equilibrada acorde a las necesidades de cada individuo es el primer paso a un estado de salud óptimo.