Una de las primeras cosas que nos enseñan a los estudiantes de psicología, especialmente a los que llevamos una formación psicoanalítica, es que los seres humanos tendemos a repetir aquello que no hemos resuelto. ¿Cuántas veces no nos hemos visto todos volviendo a caer en actitudes, situaciones o comportamientos que ya sabemos que no nos favorecen?
¿Cuántas veces comentamos que tal persona tuvo una recaída? ¿Con que frecuencia nos damos cuenta que vamos por un camino que no conviene, quizá incluso un viejo camino que ya conocemos por sus riesgos, y sin embargo pisamos a fondo el acelerador de nuestra vida y seguimos adelante hasta que la realidad nos frena de golpe? Acompáñanos a pensar en lo cotidiano que son estas situaciones y en algunas recomendaciones que, si bien no nos van a volver infalibles, si nos pueden ayudar a disminuir nuestras posibilidades de volver a tropezar con la misma piedra.
Lo primero que tenemos que aclarar para comprender porque estamos viviendo nuevamente aquello que ya antes nos ha producido dolor, enojo, o algún tipo de malestar, es que no somos víctimas. Las personas y las circunstancias, por supuesto, influyen en nosotros, pero no nos deben arrastrar irremediablemente a aquello que no queremos vivir, a aquello que no queremos volver a atravesar. Sin embargo, a veces es más fácil contarnos a nosotros mismos una historia de víctimas y verdugos, en la que ocupes el lugar que ocupes nadie saldrá beneficiado con este tipo de relato, nadie va a crecer o mejorar con ello. Existe una palabra diferente de la culpa y su nombre es responsabilidad. Todos los seres humanos tenemos un alto grado de responsabilidad sobre la realidad con que vivimos, aún si se trata de cosas que en apariencia no deseamos, basta el acompañamiento paciente y profundo de alguien, por ejemplo, un psicólogo o psicoterapeuta, que nos ayude a percatarnos de la manera en que nuestra forma de ser puede meternos en ese tipo de situaciones de las que tanto queremos librarnos.
Sin embargo, no solo nuestras emociones y nuestra propia personalidad nos llevan a recaer en viejos vicios, en muchas ocasiones también se conjugan situaciones y tentaciones externas, que no forzosamente tienen que echar a perder las cosas pero que si pueden hacernos doblemente difícil nuestro objetivo. Por ejemplo ¿Qué tan fácil es estirar la mano para llevarnos a la boca algo que nos saque de nuestra intención de bajar de peso? ¿Acaso no sería más sensato, al menos de inicio, alejarnos de enfrente la tentación de aquello que no podemos comer sin truncar nuestra dieta? Evidentemente el objetivo es poder mantener a la larga el peso aún con las tentaciones y la compañía a nuestro alrededor de personas que no saben cuidar de su peso y de su salud, pero, mientras vamos generando y adquiriendo confianza en nuestra fuerza de voluntad, quizá sea más realista evitarnos las tentaciones que puedan desatar la fuerza de nuestros antojos y de nuestras actitudes de darnos placer por el placer mismo.
Otra situación que ocurre con frecuencia, especialmente cuando nuestro objetivo requiere de un proceso y un tiempo considerables, es que en el camino nos olvidamos del porqué fue que empezamos este proyecto, cada sueño y cada ilusión en la vida, como el matrimonio mismo, requieren de un constante esfuerzo de cuidado. Se trata de un esmero que se vive apasionadamente en lo cotidiano. Y en muchas ocasiones, cuando nuestro barco se desorienta y por un momento sentimos perdido el rumbo, conviene renovar aquellos motivos que nos llevaron originalmente a iniciar nuestra travesía. Quizá incluso sumando los muchos significados que se fueron agregando y descubriendo en el camino.
Todos los seres humanos podemos tropezar incontables veces con la misma piedra, sin embargo, cuando nos abocamos a comprender aquello, tanto adentro como afuera de nosotros, que nos llevó a semejante tropiezo, cuando nos permitimos aprender de nuestras experiencias, entonces podemos romper con esa historia interminable y comenzar un nuevo camino que nos lleve a sentirnos mejor y en paz con nosotros mismos.
Con el objetivo de evitar caídas y recaídas, contesta las siguientes preguntas que te ayudarán a disminuir la posibilidad de verte nuevamente en esa situación frustrante:
- ¿Ya trabajaste con tu psicólogo en comprender los factores que se conjugan para que tengas que vivir las mismas cosas sin desearlo?
- ¿Cuáles de esos factores corresponden a tu propia forma de ser? ¿Qué has pensado para cambiarlos?
- ¿Cuáles tienen que ver con las condiciones externas que te rodean? ¿Tienes alternativas para poder evitarlas o disminuir la posibilidad de que te lleven a truncar tus objetivos?
- ¿Cuántas veces más estás dispuesto a recaer? ¿Cuántas ganas tienes de vivir algo distinto?
- ¿Tienes presente porqué estás haciendo este esfuerzo? ¿No te has olvidado de lo que te llevó a ir detrás de tu objetivo?
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Escrito por: Allan J. Hernández Ceron
“Allan Hernández, psicólogo y psicoterapeuta, siempre interesado en la transmisión de la importancia que tienen las emociones y los pensamientos para llevar una vida saludable, tanto dentro como fuera de uno mismo. En VIME procura conjugar este deseo con la psicoterapia.”