¿Has escuchado hablar sobre la autoeficacia? Hace referencia a las creencias que las personas tienen sobre su capacidad de desempeño para alcanzar una meta  (Bandura, 1977), por lo que ¿qué tan capaz te crees para vivir mejor?

Recuerda que el cómo nos hablamos o nos referimos a nosotros mismos puede influir en cómo nos sentimos y en lo que llegamos a hacer. Entonces, el identificar que tan capaces somos para lograr algo influye también en nuestra motivación o impulso para iniciar, mantener o seguir determinadas líneas de acción (decisiones), de manera que el creernos lo suficientemente capaces para lograr algo incrementa nuestra persistencia y mayor empeño para lograrlo (Reigal-Garrido, Videra-García, Martín-Tamayo, & Ruiz de Mier, 2013).

Ahora imagina: si en cada oportunidad posible intentas visualizarte como capaz de lograrlo, o incluso ya estando en tu meta, te será más fácil implicarte en conductas saludables relacionadas con tu meta. Por ejemplo, hacer ejercicio en las mañanas, o hidratarte a lo largo del día, o dormir en el primer intento y descansar, o hasta organizar tus horarios, etc.

Además, eso te ayudará a evitar conductas dañinas como beber alcohol, fumar, ingerir alimentos altos en calorías, entre otras. Pero lo más importante aquí es que al evaluar tus habilidades, valores y aptitudes, te acercas cada vez más a tomar decisiones día a día para alcanzar tu meta como mejorar tu estado de salud, sentirte mejor contigo mismo, incrementar tu seguridad y conocerte mejor. (Grembowski et al., 1993; Klein-Hessling, Lohaus, & Ball, 2005; Reigal-Garrido, Videra-García & Gil, 2014).

Ahora bien, intenta este ejercicio y coméntalo con tu equipo:

1. Identifica el objetivo al que quieres llegar. ¿Cómo te ves ahí?, ¿qué haces o dices?, ¿qué decides no hacer?

2. Pregúntate: ¿qué tan capaz te sientes para alcanzar tu meta?

3. Establece pequeños pasos o acciones que te acerquen a volverlo realidad y pon manos a la obra. Inténtalo y evalúa como te va, reconoce tu esfuerzo, aprende de un traspié y sigue intentando, en algún momento será tan fácil como prepararte un batido.

Ya sabemos que para  prevenir el incremento de peso de acuerdo a la OMS (2016), podemos:

a) Incrementar la disponibilidad de alimentos saludables en tu despensa.

b) Reducir la ingesta de alimentos sin aporte nutricional o bebidas azucaradas con alto contenido calórico y eliminar el comer por ansiedad.

c) Incrementar la actividad física y reducir el sedentarismo en casa.

d) Promover ambientes familiares/sociales saludables que fomenten la adquisición de conocimientos básicos en nutrición, salud y actividad física como el plato del buen comer, higiene del sueño, etc.

Te dejo una tarea para la casa. Imagina: ¿qué alimentos saludables te gustan?, ¿cuáles son más fáciles de conseguir o más baratos?, ¿qué no debes comer, tomar?, ¿qué ejercicio o actividad te gusta más?, ¿cuál te gustaría intentar?, ¿dónde?, ¿a qué hora puedes hacerlo?, ¿en qué actividades o en donde te ves conviviendo con tus seres queridos?

¿Listo? Ponlo en acción.

Escríbenos que podrías intentar y recuerda reconocer tu esfuerzo.