Cuando pensamos en comida lo primero que nos viene a la mente suelen ser platillos visualmente estéticos y agradables al paladar, tenemos la idea que la comida que nos causa un mayor placer y saciedad también es aquella que nos aporta más calorías o que no se apega tanto a nuestra dieta. El comer no sólo es una cuestión de ingerir alimentos, cualquiera que estos sean, para obtener energía o “llenarnos”, sino que es un acto que involucra todos nuestros sentidos y que puede ser muy placentero. Por lo tanto, al pensar en un plan alimenticio para bajar de peso tendemos a creer que nos “sacrificaremos” para llegar a un objetivo y que en el “sacrificio” o la “restricción” no hay cabida para el placer.

Pero esto no tiene porque ser cierto, la comida saludable también puede estimular nuestros sentidos y ser una experiencia placentera.

¿Cómo combinar el placer de comer con el placer de cuidarme?

En primer lugar, es importante que te tomes el tiempo necesario para preparar tus alimentos, esto conlleva la presentación del platillo, no por el hecho de ser una ensalada o atún tiene que verse simple o desabrido, si cuidamos la presentación “que se vea bonito” despierta nuestro apetito y empezamos a comer con la vista, ya hay un placer visual que nos invita a degustar.

Otro punto es el ambiente en donde sueles comer, procura que el lugar en donde comes sea agradable, desde la ambientación visual y auditiva hasta los olores que te rodean. Esto también hará que tu ritmo de ingesta sea más natural y pausado dándole el tiempo necesario a tu organismo para digerir tus alimentos y que tu estómago pueda mandar la señal de saciedad a tu cerebro.

Por último, te recomiendo que te acompañes de personas que sean de tu agrado, ya que la compañía también influye en nuestra experiencia de alimentación. Recuerda que el placer de comer no está sólo en la comida que ingerirnos si no también en cómo la preparamos, en dónde y con quién la disfrutamos.