La responsabilidad subjetiva en los hábitos de alimentación
24 marzo, 2023 por
L.P. Mariana Rodríguez
Es común encontrarse en los espacios terapéuticos situaciones físicas y alimentarias que aquejan al paciente. El discurso social los coloca en una situación vulnerable que los obliga a realizar una revisión de ese algo “que no anda del todo bien” y los descoloca de la norma. Al paciente se le solicita hacerse cargo de sus situaciones, quejas, sufrimientos, pensamientos, placeres, hábitos etc. Sin embargo, en la vida se oculta un saber perfectamente articulado a aquellos procesos inconscientes que han de direccionar muchas de las “decisiones” sin aparente decisión propia del estilo de vida.

Coloquemos un ejemplo, el protagonista recibirá el nombre de Sísifo, en honor a la mitología griega, donde la historia nos narra como el personaje fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina, la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio. Justo un día de consulta esa fue la referencia del paciente para describir lo absurdo que le parecía el tener integrar un alimento extra en el plan, pues lo hacía era que su piedra se descontrolara y cayera cuesta abajo obligándolo a iniciar de nuevo. Con ese sentimiento frustrante, el paciente una semana más tomaba su piedra (plan de alimentación) pendiente arriba en el que no se hacía esperar aquel momento donde sin notarlo volvía a caer al inicio.

¿Qué pasaba con Sísifo?

¿Acaso no le preocupaba su salud?

¿Habrá llegado al tratamiento obligado o impuesto por alguien más?

¿Será que gozaba de no lograr su objetivo y ser retador o disruptivo con el equipo de especialistas que lo atendía?

La respuesta es NO para todas las preguntas anteriores. Sísifo se encontraba apenado con los especialistas por llegar una semana más sin alcanzar sus propios objetivos, no sabía qué hacer ante aquello que lo hacía sentir enojado, frustrado y a la vez triste. Deseaba bajar de peso, pero no sabía cómo hacerlo. Sísifo es joven soltero de 29 años, emprendió la pérdida de peso porque un día al cruzar una avenida grande la luz del semáforo cambió a verde de forma repentina, él estaba a mitad del cruce y los carros no bajaban la velocidad. No le quedó más que correr, pero sintió como en esos 5 metros se quedó sin aire, su brazo izquierdo se hormigueo y la agitación no era proporcional al esfuerzo.

Sísifo se independizo joven, sus padres se habían separado y vivían en estados diferentes, cuando visitaba a su madre le preocupaba la cantidad de comida que él integraba en el plan de alimentación. “¿Sólo vas a comer eso? Hijo, vas a enfermar, un hombre fuerte se alimenta bien” enunciaba su madre y enseguida le servía un plato de chilaquiles con carne asada. La historia no era muy diferente al visitar al padre: “¿Cerveza baja en calorías? Eso es de señoritas, ¿qué acaso estás a dieta? Jajaja”. ¿Cómo pedirle al paciente romper esos legados y símbolos familiares?, pronto se clarificaba el camino y entendíamos que la obesidad en la familia era un sinónimo de fortaleza, salud y hombría. ¿Cómo pedirle a Sísifo que integrara su proteína en una reunión laboral o social si para colmo el sobre es “moradito”? ¿Cómo mostrarle que la nutrióloga le realizo un equivalente de alimento según su composición corporal si ese plato tenía muy poca comida y podía enfermar?

Los hábitos son conductas aprehendidas. El entorno ha de apremiar desde la aceptación y pertenencia a un círculo social o familiar, el primer encuentro es guiado por la familia, aquel micro-sistema interno que fomenta una dinámica en lógica del funcionamiento de sus usos y costumbres transgeneracionales de gran peso afectivo y simbólico. Promueve un estilo de vida, –no innata– y que requiere de poco o ningún compromiso racional en primer momento, al estar adheridos los afectos que representan a la familia en la mayoría de los casos no tienden a ser cuestionados, ni rechazados, por el contrario, constituye parte de una rutina más o menos automática de la cual en dado caso lograr emerger algunas dificultades que pudieran tener impacto en la salud, dicho lo anterior de ahí proviene una conflictiva en la cual se queda expuesto.

Desde el sistema jurídico la “responsabilidad subjetiva” es aquella a la que se le atribuye la culpa al individuo que realiza la conducta en cuestión, sin dolo ni intención, y que debe reparar el daño”. ¿Qué sucede cuando de pronto un paciente tropieza con él mismo y con ese legado familiar que le da identidad y pertenencia? El paciente queda en posición de causa, ya sea por omisión, negligencia y descuido, es decir, se le atribuye un monto de responsabilidad por haber repetido o incluso calcado aquellos hábitos alimentarios del cual terminará siendo víctima y el único a cargo de lograr reparar o revertir los daños ocasionados en su vida es él mismo.

El párrafo anterior nos clarifica la oración que da título a este texto: “la responsabilidad subjetiva en los hábitos de alimentación”, es decir, en el espacio de Terapia de Apoyo hemos de ir recorriendo en compañía del paciente esa cortina de humo que no nos permite entender muchas de las cosas que pasan en la vida misma, que incluso ante la superficie nos hacen aparentar una posible irresponsabilidad, falta de conciencia, desinterés, pero que son parte de un sufrimiento del que se es víctima pero a la vez responsable, permítete acompañar por tu terapeuta y construir una nuevo estilo de vida.

No olvidemos que la capacidad de cambiar un funcionamiento ha de figurar retos que representarán un esfuerzo adicional al cambio estructural. Además, en ocasiones se generará una especie de molestia en el entorno familiar que le dio identidad a ese estilo de vida, porque a su vez ha de cuestionar los hábitos del resto de la familia. Esto podría traducirse como aquellos momentos de sabotaje que orillan a abandonar y reincorporarse desde el mismo rol, sin embargo, es decisión de cada uno de nosotros darle paso a un estilo de vida diferente para que duela menos, con menores consecuencias en la salud, e incluso traducir o reflejar a los seres amados las ganancias físicas y emocionales que se han alcanzado.

L.P. Mariana Rodríguez 24 marzo, 2023
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