La autoexigencia sana
18 octubre, 2024 por
L. P. Desiree Vazquez
La autoexigencia extrema es algo muy común, pero en la consulta se puede apreciar y que se verbaliza de manera reiterada, es la frase de “no tengo tiempo”. Generalmente con un denominador común: el trabajo. Es como si no importara en donde se trabaje nunca hay condiciones ideales para cuidarnos totalmente. 

En su ensayo “El malestar en la cultura” de Freud, en 1930, nos dice que “No hay nada, sin embargo, que ligue al individuo tan firmemente a la realidad como la insistencia al trabajo”. Ya que la actividad profesional brinda una satisfacción particular cuando ha sido elegida ya que nos hace aportar socialmente con cosas que son parte de nuestra identidad. Pero nos hace integrarnos a una sociedad y no ser totalmente individualistas. Entonces el trabajo se vuelve un pilar de nuestra identidad y de nuestra existencia.

Según Maslow debemos tener cubiertas necesidades básicas o fisiológicas las cuáles nos van a dar esa base para todas las demás. Entre ellas está la alimentación, la cual pasa a estar en un segundo plano cuando estamos trabajando. Descuidamos una parte básica de nuestro autocuidado. No comemos con conciencia, y no solo me refiero a lo saludable, me refiero a poder disfrutar de nuestros alimentos, el hecho de verdad pensar que es lo que voy a comer. 

El imperativo de cumplir con nuestro trabajo se adueña de todo nuestro ser, donde muchas veces el salir a nuestra hora, dormirse temprano, tomarse el tiempo de comida completo y sin trabajar al mismo tiempo es mal visto y se exige más sacrificio dependiendo de hasta donde quieres llegar. Se nos ponen metas sociales que muchas veces causan más frustraciones que satisfacciones y donde muchas veces se nos hace directamente responsables por no poderlas conseguir. Si no se logra quiere decir que no te esforzaste lo suficiente o no hiciste lo suficiente. Entonces llegamos a un punto en donde es más fácil dejar de escucharnos, dejar de escuchar a nuestro cuerpo, dejar a un lado nuestras necesidades más básicas para poder cumplir con esta imagen de ser productivos y tener un valor social. Pero al punto de muchas veces desconocernos, donde nuestra autopercepción acaba siendo percepción del otro. 

La autoexigencia sana es muy importante para tu bienestar. Esto implica trabajar el nivel de tolerancia a la frustración, la empatía y equilibrar los intereses, bienestar y necesidades de cada uno. 

El primer paso para practicar una autoexigencia sana es trabajar tu nivel de tolerancia a la frustración. Esto implica que aceptes que los cambios son normales y ocurren todos los días. Que algo no salga como tu querías o pensabas no significa que “todo vaya mal” aunque se sienta así. Dicho de otro modo, para ser más tolerante a la frustración tienes que combatir el razonamiento emocional (pensar basándote en cómo te sientes sin analizar de forma correcta la realidad).

Así mismo, si quieres mejorar tu tolerancia a la frustración, es necesario que cambies el lenguaje y las palabras que escoges para dar forma a tus sentimientos. Se trata de que transformes tus pensamientos y utilices un lenguaje más flexible, por ejemplo, puedes reemplazar las palabras que sean derrotistas, dramáticas y catastróficas por otras que te ayuden a relativizar. Con este ejercicio utilizarás el poder del lenguaje a tu favor.

La empatía es una habilidad fundamental para practicar una exigencia sana tanto contigo como con los demás. Piensa cómo se sienten los demás cuando no alcanzan sus objetivos, piensa en cómo te sientes tú cuando las cosas no salen como tú querías. ¿Verdad que con sus sentimientos ya tienen bastante? No te enganches, aprende a poner pausa antes de crear una dificultad de la nada.

A largo plazo no te compensará ser tan exigente contigo mismo. Por ello, para ser capaz de practicar una autoexigencia sana tienes que equilibrar en tú día a día momentos de bienestar, de placer y relax. No todo puede ser trabajo, obligaciones y perfección.

Por lo tanto, entre tus prioridades tienen que haber momentos de desconexión. Cumplas o no con todas tus obligaciones, debes tener esos momentos de “cuidado” para contigo mismo. Así, un buen ejercicio para bajar tu exigencia y que esta sea sana es hacer descansos mentales. Esto significa que por lo menos cada una hora te muevas, bebas agua, apartes la atención de tus actividades y la dirijas hacia tus necesidades personales y básicas. La autoexigencia tiene que ser un medio, no un fin. 

En VIME trabajamos de manera integral por lo que te ayudaremos, de ser necesario, a trabajar con tu autoexigencia no saludable y hacer cambios positivos también en este ámbito. 

L. P. Desiree Vazquez 18 octubre, 2024
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