Es un caso recurrente el escuchar cómo los pacientes continuamente se pesan no solo en su consulta de seguimiento, sino incluso el insistente hábito de despertar y hacerlo en su báscula personal o al término de su rutina del gym con la báscula comunal. En otros casos contrarios, incluso aunque la báscula arroje un dato favorable, se pone en duda el resultado al continuar con la misma talla, dudando constantemente de lo que pasa en el cuerpo y no se percibe.

El equipo de especialistas que escucha el insistente acto y da cuenta que el paciente sobre vigila su cuerpo, en ocasiones planea estrategias para ayudar a elaborar y entender la subjetividad del peso y talla. Incluso la poca certeza del planteamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ante el Índice de Masa Corporal (IMC), pues más de las veces se ha comprobado que los datos que arroja el inbody poseen mayor sensibilidad para monitorear la respuesta del tratamiento dividiendo el resultado en 3 componentes básicos: masa grasa, agua y músculo.

El cuerpo humano es un órgano complejo y en continuo dinamismo por cambios ligado a etapas del desarrollo, modificaciones en su composición corporal o funcionamiento (voluntarias o involuntarias), es decir, cirugías estéticas o por salud, afecciones por enfermedad, búsqueda de la identidad, etcétera. En su meticuloso análisis podríamos notar que dentro de las generalidades cada uno alcanzará un funcionamiento y estética particular, lo anterior sin tomar en cuenta la subjetividad de cada individuo, o dicho de otra manera la personalidad que lo caracteriza.

Cada cuerpo es atravesado por una historia, desde el recuerdo más fresco de su última experiencia, hasta las primeras interacciones de la vida infantil que se encuentran con cierta nubleza o incluso han sido olvidadas. Entre lo vivido “el sobrepeso u obesidad” se instaló en la vida quizá sin notarlo, por normalidad en la familia, por factores ligados a la salud, eventos significativos afectivamente, agregado a los hábitos alimenticios, tradiciones familiares o culturales, autocuidado, etcétera.

Sin embargo, si la intervención cultural o intelectual parece no tener una respuesta y la conducta se mantiene nos lleva a preguntar: ¿qué simboliza para el paciente el peso?, ¿por qué la sobre vigilancia?... Iniciar un proceso de pérdida de peso no es solo un acto operativo o rutinario, si bien el propio individuo se aproxima a la construcción de la historia que lo coloco en ese lugar y buscará entender parte de la vida, renunciar a costumbres, movilizarse, asumir el autocuidado y la demanda que generará de forma permanente el cuerpo para su mantenimiento.

Cada construcción será diferente así como lo es cada cuerpo, pues no significa lo mismo el peso y la talla para el paciente que necesitaba perder 8 kilos por un pequeño descuido en la vida, o por los cambios ligados a la edad, a los eventos emocionales vigentes, a algún periodo vacacional, al término de una pandemia, o al cambio a un trabajo más sedentario. Es decir, enfocándonos en una persona que sabe que con un poco de organización y esfuerzo lograra retomar sus hábitos que le ayudan a mantenerse saludable, a un paciente que tiene o tuvo como objetivo perder de 20 a 40 kilos siendo una norma nunca estar en parámetros saludables, familiares que han perdido la vida por dificultades metabólicas, hereditarias o ligadas a su composición corporal, así como la frustración que podría despertar que ningún plan nutricio ha sido exitoso por su dificultad al apego, los límites, o falta de recursos psicoemocionales para vincularse diferente con la alimentación.

La próxima vez intenta no ser juicioso con los procesos ajenos, una obsesión o fijación no siempre es por el desconocimiento de los temas, sino conlleva entender más allá del acto objetivo y concreto, la historia que lo consolido. Ten paciencia, si algo de lo que se moviliza en tu cuerpo o mente no logras entenderlo acércate a tu equipo y dibujen juntos “este nuevo cuerpo”.