Existe una alta relación entre el amor y la comida, desde muy pequeños nos han enseñado a relacionarnos con los alimentos de una manera muy particular, ya sean nuestro núcleo familiar, o bien, los diversos medios de difusión que existen. Mientras en algunas familias premian a los pequeños sus buenas notas académicas con pizza o con helado, hay otras familias que cuando algún familiar se encuentra triste, le proporcionan su alimento favorito para tratar de animarlo. Estas acciones que realizan es con el fin de que el sujeto pueda sentirse amado por sus seres queridos

¿Quién no ha escuchado alguna vez que después de algunos meses de iniciar una relación, la dichosa frase de “te ves mas llenito/a, se nota que te dan mucho amor” o algo similar? O incluso se escucha que alguno de los dos, o inclusive los dos miembros de la pareja, suban de peso a lo largo de su relación y dicen “después de “X” años de relación no es para menos”, o bien, al menos con los hombres se escucha también “la panza de casado”.

Es aquí donde surge la pregunta: ¿qué relación tienen los alimentos con el amor? Pues bien, ambas nos producen sensaciones placenteras, una física y otra psíquica, emocional; así como unos buenos tacos nos hacen sentir satisfechos, nos hacen sentir llenos; un abrazo o un beso de una persona que amamos y nos ama de igual forma nos reconforta y nos llena de paz. Pero ¿qué pasa cuando esa persona nos da comida? Ya sea en un momento en el que nos sentimos tristes o contentos, ese alimento está sobrecargado de afecto, porque no solo nos satisfacerá físicamente sino que también lo hará emocionalmente.

Y la sensación que eso nos produce es algo que no tiene comparación alguna, por lo tanto, estaremos en constante búsqueda de repetir esa situación, ya sea sacando buenas notas para que nos lleven a comer a nuestro lugar favorito, o pedirle a nuestra pareja que conozcamos un nuevo lugar de comida para una cita romántica, o bien, cuando nos sentimos tristes  el sentir el confort y el apoyo de alguna persona al invitarnos un café.

Es por eso que podemos decir que el amor engorda porque cada momento que pasamos con nuestros seres queridos es una oportunidad de recibir o dar amor. Otro ejemplo que podemos pensar es cuando alguien fallece; en ciertos lugares la comunidad lleva alimento a la familia del difunto para brindarles condolencias y apoyo, esto se hace porque querían al difunto y/o a la familia. En otras partes la familia del difunto es quien proporciona la comida a las personas que llegan al velorio, como un símbolo de amor y agradecimiento por acompañarlos en ese momento tan difícil.

Los alimentos están llenos de afecto, ¿cómo olvidar el caldo de pollo de la abuela? ¿Cómo  dejar pasar la celebración de terminar una licenciatura y no ir a la graduación y comer esos platillos que siempre recordaremos? No podemos no llenar la comida de afecto, porque incluso la primera vez que nos alimentaron fue por amor, siendo recién nacidos estando en los brazos de nuestras madre y ser alimentados. El amor y la comida siempre van estar conviviendo de una u otra forma y es por eso que el amor sí engorda.

Especialista

Everets Estrella

Psicólogo

Psicólogo clínico con enfoque psicoanalítico. Considera necesario que las personas tengan un espacio de escucha en el que puedan comenzar un proceso terapéutico el cual les permita redescubrirse y darse la oportunidad de poder generar un cambio en su vida a través de la importancia de las palabras y los efectos que éstas tienen en las personas.