En esta, nuestra sociedad, existe un pensamiento de que uno debe resolver los problemas con las herramientas que tiene sin depender de alguien más. Esto no está más lejos de la realidad.
El ser humano es un ser filial por naturaleza. Estamos acompañados cuando nacemos, nos desarrollamos, aprendemos, amamos, nos duelen cosas o decidimos tomar cambios. ¿Esto por qué? No es por dependencia, es porque necesitamos vernos reflejados en los ojos de alguien más, en esas personas que pueden servirnos de guías, de escuchas, de acompañantes. Estamos acostumbrados a pensar que cuando alguien nos apoya en algo es porque somos débiles, vulnerables o imposibilitados. No es así, cuando necesitamos apoyo es porque sabemos nuestras fortalezas y debilidades, conocemos nuestras limitantes y nos aceptamos como somos. Para aclarar esto plantearé lo siguiente:
Imaginémonos como los personajes principales de la Divina Comedia de Dante Alighieri, para llegar a ese paraíso soñado tenemos que atravesar el infierno, enfrentar esos demonios y no permitir que cualquier dificultad nos detenga o nos devore. Al iniciar la senda damos cuenta que no vamos solos, estamos acompañados. Esta compañía no es alguien heroico, alguien que resolverá nuestros problemas o nos sacará de ese lugar infernal. No es alguien que derrotará a los demonios o se convertirá en uno de ellos. No, es una compañía, un espejo de nuestras acciones. Alguien que nos hará reflexionar si vamos por buen camino, tomamos las decisiones más certeras para la problemática en la que estamos o, simplemente, para estar ahí sin dejarnos solos.
Cuando nosotros acudimos a una asesoría o consultamos con especialistas en alguna rama, buscamos eso, la compañía en los procesos de transición personal para que nos reflejen nuestros demonios y así resolvamos dudas e inquietudes, para que exista un conocimiento y un crecimiento personal. Es poco posible lograr entendernos si no hay quien nos refleje, escuche o cuestione. Para lograr un cambio es importante salir de nuestra zona de confort y saber que no estaremos solos, aprender a escuchar lo que nos dirán y saber qué nos beneficiará y qué no.
La terapia de apoyo en este proceso tiene ese objetivo. Escuchar desde un punto neutral, acompañar en los infiernos personales y reflejar las motivaciones, fortalezas, debilidades y dudas que las personas tienen para que ese cambio que tanto se busca, ese paraíso, sea posible.
Escrito por: Alberto Verduzco
Alberto Verduzco Ramírez cuenta con maestría en Psicología Clínica y tiene como objetivo acompañar a los pacientes en el proceso de autoconocimiento y autocuidado.