¿A más sudor, mejores resultados?
24 mayo, 2023 por
L.F. Luz Hernández
Para responder esta interrogante hay que entender: ¿por qué sudamos en el ejercicio? Esto sucede porque, en cualquiera que sea nuestra actividad física, el cuerpo atraviesa por un proceso de cambios fisiológicos que implica una elevación en la frecuencia cardíaca, aumentando así el flujo sanguíneo. Lo anterior se traduce a un aumento de la temperatura corporal. Siendo así el sudor un recurso termorregulador, es decir, nos ayudará a equilibrar la temperatura del cuerpo.

La transpiración es algo natural siendo una pérdida importante de líquido, compuesto en su mayoría por agua y el resto son electrolitos: sodio y cloro, siendo los más importantes; potasio, magnesio, calcio, hierro, cobre y zinc en menores cantidades; y un porcentaje mínimo de aminoácidos y vitaminas hidrosolubles, por lo cual es importante hidratarse durante la sesión realizada.

Puede verse modificada la cantidad de sudor producida dependiendo las causas particulares como el tipo de actividad, la intensidad del ejercicio, la condición física actual, el tipo de ropa, el tamaño corporal, el lugar donde realizaremos la actividad, la temperatura del entorno y las glándulas sudoríparas que se contengan en nuestro cuerpo (las cuales ya vienen determinadas de manera genética y esta no es modificable). Lo cual explicaría porque a pesar de hacer un mismo tipo de ejercicio con un amigo, en las mismas circunstancias de espacio y condiciones, podemos sudar en diferente cantidad

Entonces, para desmentir uno de los tantos mitos del ejercicio, el sudor no adelgaza. Como bien se mencionó, es una pérdida de líquido que no implica una pérdida de grasa, por lo que NO ES RECOMENDABLE el uso de bolsas, faja o cualquier otro medio que incremente la cantidad de transpiración. Es importante cuidar los niveles de hidratación de manera general y puntualmente en el ejercicio. Si hay una pérdida de agua, se está hablando de una deshidratación, siendo un factor limitante del rendimiento físico y mental durante el ejercicio y deporte.

En el caso que los mecanismos de termorregulación fallen puede ocurrir una lesión térmica, también conocida como golpe de calor, lo cual presenta compromiso multiorgánico. Afecta a la capacidad circulatoria, disminuyendo el volumen sistólico, generando una baja de tensión arterial, y por tanto, una baja en el flujo sanguíneo que llega a los músculos y la piel. Al haber menos sangre en la piel, la disipación de calor se dificulta y en un esfuerzo de regularlo la frecuencia cardiaca aumenta. Además, también se ve afectada nuestra discriminación perceptiva y tiempo de reacción.

Por otro lado, el golpe de calor también disminuye la capacidad aeróbica, la resistencia muscular y la capacidad de desarrollar un trabajo físico, así como la capacidad de excreción renal, pudiendo ocasionar una baja de glucógeno, lo que conduce a una sensación de fatiga. 

Una pérdida del 2% de agua del peso corporal producirá sed; un 4%, disminuirá rendimiento de fuerza; un 6%, provocará debilidad, irritabilidad y agotamiento; una pérdida de agua del 6 a 10%, acentuará síntomas y persistirán los mareos, alteraciones psíquicas y deficiencias en coordinación motriz; en tanto, pérdidas superiores al 10%, supondrán un peligro mortal.

Recuerda que todo exceso es malo y la sobrehidratación también puede traernos síntomas. El consumo excesivo de líquido puede traer una disminución de sodio en sangre, lo cual provoca afecciones neurológicas.  Por lo tanto, resulta indispensable mantener un balance liquido-electrolítico dentro de los parámetros de normalidad aportando las cantidades necesarias de líquidos para cubrir las demandas de actividad física.
L.F. Luz Hernández 24 mayo, 2023
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