La palabra “dieta” socialmente ha adquirido una serie de distorsiones, cuando se refiere a ella se suele pensar en limitaciones, planes o una lista de alimentos que hay que seguir y eso es todo. En realidad, es mucho más que eso, la palabra dieta es en sí una forma de alimentación más sana que implica cambios subyacentes en la actitud, los hábitos, implica hacerse más consciente de su propia salud y de mantener un compromiso con uno mismo.

Entonces quizá es necesario cambiar la idea de “estar a dieta” por “estar comprometido con la propia salud”. Una dieta no es sólo no tener que comer cosas insanas, es decir, no tiene por qué tener como única finalidad bajar de peso, no se trata de una lista que uno tiene que seguir mecánicamente para bajar de peso. Si no más bien se trata de un modo de vida, adquirir mejores hábitos alimenticios, hábitos de salud física y mental. Entonces estar a dieta es estar en un compromiso total con uno mismo, con su alimentación, con su cuerpo y con su mente.

En ocasiones uno puede sentir que estar a dieta quiere decir no tener alimentos que dan satisfacción o que uno quisiera y en cierto modo es así, sin embargo, de lo que no se da uno cuenta es que estar a dieta no significa “no tener”: no tener que comer grasas, no tener que comer lácteos, no tener que comer frutas, no tener que comer dulces, pan, etc. No se trata de lo que uno no tiene, sino de lo que uno gana, de lo que uno si tiene al comprometerse con su propia salud. Se ganan hábitos, se gana un mejor metabolismo, se gana mejor condición física, se gana un estado de ánimo positivo con la alimentación, con la autoimagen. Somos responsables de la salud que tenemos, si uno vive la experiencia de tener una buena alimentación y lo que ello implica desde el ámbito del “no tener” corremos el riesgo de quedarnos enfrascados en una actitud negativa frente a nuestra salud en cambio ser conscientes de lo que, si tenemos con una sana alimentación, sentamos las bases para construir un estilo de vida diferente.

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