Ellas: exigencia y límites en pérdida de peso
7 junio, 2022 por
L. P. Omar Segura
Una de las principales dificultades que he escuchado de las mujeres que intentan bajar de peso es la exigencia u oposición que encuentran en el ambiente con respecto al cómo debería de ser su cuerpo. Esto no distingue de edad, nacionalidad, religión y nivel socioeconómico. En mayor o menor medida todo esto las ha trastocado a nivel emocional en diferentes esferas de su vida.

Dichos discursos pensados desde un punto de vista estructural los podríamos vislumbrar desde el marketing y sus ideales de belleza tan cambiantes según sus intereses económicos. Posteriormente esto se va metiendo en las familias como el agua que se filtra por las paredes sin que uno se dé cuenta. Hasta que por fin llega a ellas haciéndolas sentir culpa y vergüenza por no estar en esos patrones de belleza. Dicho discurso repetido de manera interminable a lo largo de su vida puede llegar a generar ciertos montos de angustia que pueden derivar en cuadros de ansiedad y depresión. Claro que, cuando llegan a consulta, han pasado por un sinfín de tratamientos en donde ha llegado a comprometer su salud con tal de alcanzar esa idea que quizá nunca fue su deseo.

Por eso creo que es importante dar lugar a esas historias, para poder dar cuenta de las dificultades que han venido atravesando, cómo cambiar de hábitos y  que bajar de peso no se trate sólo de una cuestión de “voluntad, hacer ejercicio y comer mejor”. Hoy haré mi mejor intento por transmitirte las dificultades emocionales de tres mujeres que he escuchado, entendiendo que quizá mi condición de varón sólo me permita hablarte de sombras y no de la experiencia real ya que esa se me escapa. 

Areli es una mujer de 26 años de edad que está estudiando una especialidad en el área de la salud. Es la hija menor de un matrimonio que tuvo tres hijos. Quien agendó su consulta fue su madre la cuál le avisó que ya estaba programada la sesión un día antes. El día que pasó a consulta habló de la intención de bajar de peso para que su familia la dejara de molestar con ese tema porque ya la tenían harta, ya que en las reuniones familiares siempre había comentarios lascivos hacia su cuerpo. Decía que ya estaba cansada de la exigencia de sus padres, que siempre le pedían más y más en dos cosas puntuales en su vida; la escuela y el cuerpo. “Les he dado diez en todo, menos en el peso”. Afortunadamente tuvo la valentía de hablar de sus afectos, sus inconformidades y sobre todo de sus propios deseos. Terminó el tratamiento llegando a un 80% de su meta ya que terapéuticamente era importante para su historia que ya no sacara diez, que pudiera apropiarse de su deseo y de su cuerpo, y no de cumplirle a los demás. 

Martha es una mujer de 33 años de edad. Ella es originaria de Sinaloa en donde viven sus padres y su hermano menor. Decidió venir a la Ciudad de México buscando mejores oportunidades para su carrea musical. Llegó a consulta un día después de haber acudido a una audición en donde le dijeron: “Cantas muy bien y eres bonita, pero tu cuerpo no te ayuda, necesitas bajar de peso” Esto último representó un golpe muy duro para ella ya que sus padres se oponían a que cantara argumentando: “No tienes el cuerpo para destacar”. Martha ya había intentado bajar de peso en diferentes momentos de su vida, pero siempre terminaba recuperando el peso. Conforme fue avanzando la consulta habló de un abuso sexual por parte de un familiar y lo asoció con su significativo aumento de peso. Se sentía en peligro cuando bajaba de peso ya que los comentarios de las personas, tanto de hombres como de mujeres, la hacían sentir incomoda y vulnerable. Al llegar a su meta se le canalizó a un tratamiento por fuera para que siguiera trabajando esto que fue saliendo en sesiones y que al parecer fue lo que la hizo ir subiendo de peso paulatinamente. 

Juana es una mujer de 60 años de edad trabaja en un área administrativa. Vivía con su pareja y una de sus 2 hijas. Su motivo de consulta fue: “Quiero atender mi salud porque me he descuidado mucho tiempo por cuidar de otros, aunque no sé si ya es muy tarde por mi edad”. Su madre tenía un año de haber fallecido y era ella la única hija que se hacía cargo de sus cuidados. Para ese entonces Juana mantenía a su pareja y pagaba gran parte de la educación de uno de sus nietos. Así fueron avanzando las consultas con un buen apego y motivación. Ocasionalmente hablaba de la culpa que le daba estar en tratamiento y no darle ese dinero a sus hijas. Mencionaba que ya era tarde para tener un cuerpo delgado, que eso era para personas jóvenes. Lo que a ella la hizo subir de peso fueron sus malos hábitos y las recompensas con comida para atenuar el estrés y la ansiedad que venía sintiendo desde ya hace varios años. Una vez que pudo elaborar esto, se colocó  como su principal prioridad sintiéndose merecedora de un cuerpo que ella venía buscando desde hace años sin importar la edad o lo que le pudieran decir. 

Dichas historias están atravesadas por el deseo de otros puesto sobre sus cuerpos y la exigencia que ellas se llegaron a lanzar replicando estos discursos en sí mismas. Que ellas hayan llegado a su meta no quiere decir que en algún momento esas emociones y experiencias no tengan más significado, sino todo lo contrario, ahora cobran mucho más valor para cada una de ellas ya que las reconocen y tiene cierta injerencia sobre sus decisiones.  Ahora van cultivando su deseo día con día, pero sin que esto sea viva desde la imposición o la exigencia, sino más desde una mirada comprensiva y amorosa para todo lo que les cupo en suerte vivir. 

En muchas ocasiones nuestra forma de relacionarnos tanto con la comida como con nuestro cuerpo son mensajes encriptados de nuestro inconsciente tratando de decir algo; ansiedad, miedo, tristeza etc. Por eso el tratamiento es muy particular. Si bien estas tres historias que te acabo de narrar brevemente están íntimamente relacionadas, también son muy diferentes desde la subjetividad de cada una de ellas. 


Especialista

Omar Segura

Psicólogo

Psicólogo y psicoterapeuta interesado en sacar lo mejor de las malas experiencias, para de ahí tomar la fuerza que le permita al paciente construir una mejor versión de sí mismo. Mantiene una empatía constante

L. P. Omar Segura 7 junio, 2022
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