Hay quienes piensan que la vida del ser humano es una sumatoria de cosas que se van agregando una tras otra a lo largo de nuestra existencia. Si bien todos tenemos la capacidad de adelantarnos a vivir cosas para las que no estamos listos, también podemos caer en atrancarnos para no dar pasos que son necesarios para nuestro desarrollo y bienestar. En medio de todos estos frenos y aceleres, diariamente la vida nos empuja de manera natural a tener que enfrentar cosas y hacernos cargo de ellas.
¿Cómo cuáles? Un ejemplo podrían ser la edad, el peso y la salud de nuestro cuerpo, la necesidad de alimentarnos, de dormir y de asearnos. Son cosas a las cuales nadie puede escapar pues responden a la realidad de las condiciones físicas de nuestro cuerpo, hay quienes suelen desentenderse de ellas, negarlas u olvidarlas pero nunca dejaremos de estar sujetos a los efectos que su atención o su falta de cuidado generen en nosotros.
Cuando uno de manera consciente decide hacerse cargo de alguna de ellas, solemos preguntarnos: ¿Cómo voy a hacer esto si no tengo tiempo para nada más que para lo que ya hago? Y muchas veces es ese el punto en el cual nos estancamos. Ante esta situación propongo empezar por algo sencillo pero que suele ser pasado por alto ¿qué pasaría si antes de hacerle un espacio en nuestra vida a un nuevo reto u oportunidad, antes nos detenemos un segundo a hacerle un espacio dentro de nosotros? Si, dentro de nosotros, me refiero en nuestra mente y nuestras emociones, aquel espacio íntimo y privado al cual solemos permitir el acceso únicamente para la pareja, algunos integrantes de la familia y para los amigos más cercanos, un ámbito al cual en ocasiones nosotros mismos prestamos escasa atención. Puede sonar extraño pero mientras el cuidado de la propia persona no adquiera un lugar de importancia y transcendencia dentro de nosotros mismos, la posibilidad de concretarlo y materializarlo en la vida real será nula.
La mente de un ser humano es un espacio abstracto y poblado de infinidad de emociones y pensamientos, todas las grandes ideas del ser humano se han gestado dentro del mismo, algunas han llegado a ser materializadas mientras que otras se quedan solo en el tintero. ¿Cómo poder crear algo afuera de nosotros si antes no tenemos la apertura para concebirlo dentro de nosotros? Los propios seres humanos nos hemos gestado de manera similar y caminamos por la vida gracias a las extremidades que adquirimos en el periodo fetal. Del mismo modo cualquier espacio de cuidado personal que tratemos de conquistar como parte de nuestros hábitos requiere previamente de ocupar un espacio en nuestra mente y nuestras emociones. Si no es importante adentro, quizá nunca llegará a brillar afuera de nuestra persona. Aquello en lo que me comprometo conmigo mismo es un índice del grado de compromiso que puedo ofrecer para con los otros. Primero hay que albergar un sueño para después poder vivirlo.
Escrito por: Allan J. Hernández Ceron
“Allan Hernández, psicólogo y psicoterapeuta, siempre interesado en la transmisión de la importancia que tienen las emociones y los pensamientos para llevar una vida saludable, tanto dentro como fuera de uno mismo. En VIME procura conjugar este deseo con la psicoterapia.”